Apogeo y ocaso del Semáforo de Bares

ANA F. CUBA MAÑÓN

SOCIEDAD

CLUB PARAPENTE FERROL

El hotel situado en la punta más al norte de la Península cerró hace cuatro meses, tras 22 años en funcionamiento, y sigue a la espera de reformas

05 mar 2025 . Actualizado a las 05:05 h.

Un decreto del Ministerio de la Gobernación firmado el 28 de noviembre de 1868 y publicado en la Gaceta de Madrid el 30 de noviembre autorizaba a la Dirección General de Telégrafos «para situar estaciones semafóricas en los puntos más oportunos de nuestras costas, principiando por las de Tarifa y cabo de Finisterre o Estaca de Vares». El 1 de enero de 1870 entró en funcionamiento el semáforo instalado por la Agencia Fabra en Tarifa, «con objeto de poner en comunicación a todos los buques que pasen por el Estrecho de Gibraltar con sus armadores y consignatarios». El siguiente podría haber sido el de Estaca de Bares, pero tardó casi dos décadas, como relata José María Romeo López, doctor ingeniero, en Las comunicaciones marítimas con banderas, los semáforos en España

El Semáforo de Bares comenzó a operar el 1 de enero de 1887. Las obras habían salido a concurso el 5 de junio de 1882 por 61.128,15 pesetas, según las mismas fuentes. Cuenta, además, que «el primer código internacional de señales fue diseñado en 1855 por el British Board of Trade y publicado en 1857 como Código Comercial de Señales para Uso de todas las Naciones; tenía 18 banderas con las que por medio de un libro de cifra se podían transmitir más de 70.000 mensajes. Después de ser revisado, en 1864, por una comisión anglo francesa, se declaró obligatorio en la Marina».

Este antiguo edificio militar, aparte de la vigilancia de barcos, servía como base de comunicaciones y recogida de datos meteorológicos. En 1994, el Concello de Mañón firmó la compra del antiguo inmueble al Ministerio de Defensa, por 301.620 pesetas (unos 1.800 euros). El estado era ruinoso y una ayuda de cerca de 35 millones de pesetas (210.000 euros), de fondos europeos del antiguo programa operativo de desarrollo y diversificación económica de zonas rurales (Proder), permitió su rehabilitación. En el 2002 se publicó un anuncio para la gestión de las instalaciones, transformadas en un pequeño hotel de lujo. La concesión recayó en el coruñés Francisco Javier Pardo Obra, que estuvo al frente del negocio durante 22 años, a través de sucesivos contratos. El 14 de noviembre de 2024 entregó las llaves. «Para ser rentable necesita una ampliación, porque clientela hay, gusta mucho y el sitio donde está es único», subrayó en la despedida.

Han transcurrido cuatro meses y el Semáforo de Bares, reconvertido en el hotel situado más al norte de la Península, permanece cerrado, con vigilancia personal, aparte de las cámaras y la alarma, y hay quien teme que siga el mismo rumbo de otra propiedad municipal cercana, la antigua base americana, abandonada por la Fuerza Aérea estadounidense en 1991, desvalijada y en ruinas. «Estamos pendientes de hacer obras, ese es el problema. Estimamos que costarán unos 40.000 euros. Hay que cambiar alguna ventana (en la suite entra agua y se ve muy mal por el estado de los cristales), impermeabilizar y pintar el edificio de la galería [con tres habitaciones y humedad en todas las paredes], y meter un depósito de agua de mayor capacidad (tiene 800 litros y queremos instalar uno de ocho mil)», explica el alcalde de Mañón, el popular Alfredo Dovale.

Asegura que «interesados [en hacerse con la gestión del hospedaje] sí hay, y alguno dispuesto a invertir». Pero no saldrá a concurso hasta que se ejecuten los trabajos «más urgentes», para los que no hay fecha. Muchos de los clientes de este lugar, a más de 200 metros de altitud, una atalaya sobre el Atlántico y el Cantábrico, han repetido, algunos, año tras año durante dos décadas.