
El dispositivo de seguridad incluye 4.000 agentes, bazucas antidrones, una amplia zona de exclusión aérea, aviones de combate y hasta un buque destructor
25 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Por la basílica de San Pedro pasaron entre las 11 de la mañana del miércoles y las cinco y media de la madrugada del jueves —la gran afluencia de gente obligó a prolongar el horario de la capilla ardiente más allá de la medianoche— casi 50.000 personas para despedirse del papa Francisco, fallecido el lunes. Mañana, en el entierro, se esperan más de 200.000 asistentes, entre ellos, jefes de Estado y de Gobierno, miembros de casas reales y líderes religiosos de hasta 170 países distintos, lo que supone un inédito reto de seguridad. Y no solo porque por un día Roma se convertirá en el centro del mundo, sino porque, además, por petición expresa de Bergoglio sus restos mortales descansarán en Santa María la Mayor, fuera de la Santa Sede.
Aunque la zona más tensionada será la plaza vaticana —cuyo acceso quedará limitado a residentes, autoridades y fieles acreditados—, el radio vigilado se ampliará con un dispositivo sin precedentes que incluye más de 4.000 agentes procedentes del cuerpo de Carabinieri, la Policía y la Guardia di Finanza, perteneciente a las Fuerzas Armadas. Habrá francotiradores, unidades caninas y equipos de detección de explosivos, tanto a pie de calle como subterráneos y en las alturas. También se harán despegar vehículos aéreos no tripulados para llegar a todos los rincones y, del mismo modo, se controlará el vuelo de drones sospechosos a través de bazucas bloqueadoras, capaces de interceptar aparatos a 700 metros de distancia.

«Eurofighters» y un destructor
En la zona, han sido activadas más de 200 cámaras y programas antihackeo, y concretamente alrededor de San Pedro se ha instalado un sistema de tres dimensiones para garantizar una visión de 360 grados. Según la RAI, emisora nacional pública italiana, además de extenderse una amplia zona aérea, hay dispuestos varios aviones de combate y hasta un moderno buque de guerra frente a las costas del mar Tirreno. «Estamos preparados para recibir a más de un millón de fieles», ha asegurado Nello Musumeci, ministro italiano de Protección Civil.
De momento, se desconoce el itinerario concreto que seguirá la procesión que trasladará el cuerpo del santo padre por el centro de Roma, desde la basílica vaticana hasta el sepulcro. El cortejo fúnebre, que se extenderá a lo largo de seis kilómetros y podría pasar por lugares tan emblemáticos como el Coliseo y el Foro Romano, presenta importantes desafíos logísticos, de infraestructura y de seguridad, admitió ayer el jefe de Protección Civil, Fabio Ciciliano, porque, aunque la ceremonia del entierro será privada, se dará a los fieles la oportunidad de acompañar los restos mortales de Francisco hasta Santa María la Mayor. «Esa concentración sostenida debe tomarse en gran consideración», señaló el coordinador de las actuaciones, recordando que además la muerte del papa ha coincidido con el año Jubileo y que esta es especialmente una época en la que Roma suele llenarse de turistas.
Miedo al cielo
A lo largo de la Via della Conciliazione y en las plazas Risorgimento y Pia se han instalado pantallas gigantes y en los aeropuertos de Fiumicino y Ciampino, que verán transitar estos días a miles de pasajeros, se han puesto en marcha sofisticados dispositivos con exhaustivos controles que se completan con un excepcional plan de tráfico que ha movilizado 2.300 recursos de personal en carreteras y en las salas de operaciones. Pero si hay algo que preocupa seriamente a las autoridades, teniendo en cuenta que en un radio mínimo se concentrarán más de diez reyes y unos 50 mandatarios —entre ellos Trump, Milei, Lula, Macron, Starmer y Zelenski—, son las intromisiones aéreas no deseadas, claves en las nuevas formas de terrorismo. Por esta razón, al Ejército italiano se le ha encomendado la misión de prevenir los ataques con drones. La guerra de Ucrania, entre otros conflictos, ha demostrado que estos vehículos manejados remotamente son capaces de causar daños descomunales si se les carga con explosivos.
Un buen sistema de defensa contra esta amenaza son las citadas bazucas o rifles, capaces de interferir la radiofrecuencia con la que se controla el dron. El usuario deja entonces de manejarlo y es el agente de seguridad el que pasa a dirigir el dispositivo volador para devolverlo al lugar del que ha despegado o hacerlo aterrizar.

También se reforzará con destacamentos especiales el río Tíber y se habilitarán 500 plazas de aparcamiento para autobuses. Hay, además, movilizados 55 equipos sanitarios, 11 puestos de atención médica urgente y 52 ambulancias adicionales al servicio habitual, cifró ayer Protección Civil. La tumba del papa podrá ser visitada a partir del domingo.