Quizá el río de dopamina era tan intenso en los cerebros de quienes mandan en RTVE que decidieron ir a doble o nada después del éxito de Broncano. Y parece que la racha ha sido corta, porque se ha quedado en nada. En el fondo, es un alivio que la audiencia haya respondido con un silencio tan elocuente a la nueva propuesta de las tardes para La 1. Los que ven Televisión Española han demostrado con creces estas semanas que extrañaban entre menos y nada a una familia, esa de la tele, que al final se ha demostrado que está mal avenida.
Sin más, lo han cercenado. Será la respuesta de aquel directivo que aún están esperando a que baje a plató a dar explicaciones. En realidad, más que sin más, ha sido con mucho, porque los datos de audiencia no dejan de caer desde el estreno de un formato que no ha casado con la audiencia de La Española. Ya ni se salvan Belén Esteban, ni María Patiño, ni Kiko Matamoros y sus ruidosas pataletas ante las críticas que se han sucedido sobre incluir este tipo de magacines en una televisión pública —y más haciendo una cobertura sobre el cónclave a la que es difícil poner calificativos, aunque se ha intentado—. Ha sido mucho más sonora la reacción del público: directamente, ignorar el formato.
Así que ahora hay que hacer control de daños y la primera venda ha sido cancelar la segunda parte del programa. Habrá que esperar a ver si al final se salva.