El Coliseum de A Coruña, a donde la banda donostiarra regresará el próximo septiembre de la mano de Amaia Montero, vio nacer y morir a la formación primigenia. Juntos dieron conciertos por toda la comunidad, de Santiago a Lalín
17 oct 2025 . Actualizado a las 13:58 h.«La Oreja somos cinco, al veinte por ciento cada uno, y si uno faltara nada sería lo mismo». Álvaro Fuentes, bajista del grupo de pop nacional que más ha dado que hablar en el último año, respondía esto en una entrevista de La Voz que servía para calentar motores de cara al concierto que iba a ofrecer La Oreja de Van Gogh en Vilagarcía. Era junio del 2004 y el periodista quería saber qué había de cierto en esos rumores que decían que, de no haber sido por la voz de Amaia, «ellos harían música tipo Nirvana». El donostiarra reconocía que antes de conocer a la reina del pop eran unos chavales que solían tocar versiones de U2, Janis Joplin o del conjunto liderado por Kurt Cobain.
Pudieron cambiar de estilo cuando Amaia se embarcó en una carrera en solitario y fue reemplazada por Leire Martínez, pero eligieron seguir arrasando con temas comerciales convertidos hoy en himnos para varias generaciones. Sin embargo, para muchos nada volvió a ser lo mismo sin esa rubia que al más puro estilo vecina de al lado reinventó la manera de ser una diva. Este viernes, y tras varios cebos en redes sociales, la antigua banda ha anunciado una gira por España que promete embriagar de nostalgia hasta al más escéptico de los millennials. Harán parada en Galicia el 11 de septiembre. Será en el Coliseum de A Coruña, uno de los multiusos que los ha visto crecer como leyenda.
Antes de que arrancara este milenio, cuando las entradas solo se podían adquirir en puntos físicos, La Oreja de Van Gogh escogió la ciudad herculina para darse a conocer al público gallego. Fue el 12 de julio de 1999, solo unos meses después de ganar los premios Ondas y Amigo a mejor grupo revelación y tras recibir el beneplácito de la crítica, cuando era soberana, por su disco Dile al sol. Aquel álbum melancólico que seguía la estela de bandas vascas de pop indie como La buena vida, le garantizó a este conjunto un pase directo al Coliseum, un recinto que solo acoge a artistas de primer nivel.
Hasta cuatro veces pisaron este multiusos en la época en la que Amaia era la vocalista del grupo. A veces lo hicieron solos, y otras acompañados de formaciones que pisaban tan fuerte como ellos en las listas de éxitos. Son muchos los gallegos que aún recuerdan hoy aquel concierto que dieron con El canto del loco en julio del 2003. Juntos pero no revueltos, la banda de Dani Martín había ejercido de telonera de La Oreja de Van Gogh pese a que entonces ya habían publicado A contracorriente y Estados de ánimo, y sus canciones eran habituales en las radios musicales.
La última vez que el grupo donostiarra se subió a este escenario con Amaia fue en julio de 2006. Acababan de publicar su último disco en común, Guapa, probablemente el peor de la banda, pero esto no impidió que el Coliseum acabara lleno hasta la bandera. Aunque las críticas de los periódicos de la época mencionaron entonces la excelente puesta en escena de la gira, empezaban a ganar espacio las líneas dedicadas al aspecto físico de la cantante. «Está más delgada», «está mejor ahora de caoba que con el pelo rubio platino», fueron algunas de las frases que le dedicaron las crónicas de la época, alimentando una situación que acabaría por afectar de la peor manera a la artista.
Aunque los fans de Leire son legión, y se hacen cada vez más fuertes en redes sociales, lo cierto es que el tirón de la formación primigenia no conoce límites. Aunque para alegría de miles de gallegos la vieja Oreja pisó Ourense, Lalín, Vigo, Santiago o Vilagarcía durante sus años juntos, era casi un secreto a voces que de volver, harían parada en A Coruña. Fue en esta urbe donde se dieron en Galicia y donde enterrarán de facto y definitivamente el hacha de guerra.