El periodista de La Voz de Galicia Xurxo Fernández gana el Premio Alejandro Pérez Lugín

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El periodista de La Voz Xurxo Fernández.
El periodista de La Voz Xurxo Fernández.

El tema de este año era «Del tren de Lugo al AVE: 150 años de ferrocarril en A Coruña»

10 dic 2025 . Actualizado a las 21:58 h.

Xurxo Fernández Fernández ha ganado la LXXXV edición del premio Pérez Lugín con el trabajo titulado Motivos para perder el tren. El periodista se incorporó en el año 2001 a La Voz de Galicia, donde ha trabajado en las secciones de Local, Nacional, Internacional y Deportes. En el 2020 recibió el premio Emilio Quesada de la Asociación de la Prensa de A Coruña. Al conocer que el trabajo elegido era el suyo, trasladó al jurado la «enorme felicidad» por «un reconocimiento tan especial» y, ante su próxima paternidad, bromeó: «Me va a venir muy bien».

El premio de 3.000 euros y una figura acreditativa, aportados por el Concello de A Coruña, que un año más apoya esta convocatoria, serán entregados en la ceremonia que se celebrará el viernes 23 de enero. Es la fecha en la que se conmemora el patrón de los periodistas, San Francisco de Sales, y, por ello, la tradicionalmente escogida para este acto.

El tema que debían tratar los trabajos este año era «Del tren de Lugo al AVE: 150 años de ferrocarril en A Coruña», para celebrar el aniversario de este avance en el transporte y así reconocer su transcendencia social. Este año el jurado estuvo compuesto por Doda Vázquez, Gabi Barrós, Amalia Baltar, Sole Parral, María Salorio, Tania Porta y Noela Rey, de la directiva de la Asociación de la Prensa; Eduardo Eiroa, en representación del Concello de A Coruña, y el periodista Ricardo Fernández Colmenero, ganador de la edición anterior.

Historia del Pérez Lugín

En el 2025, el Premio Pérez Lugín ha alcanzado su edición número 85. En 1936, la viuda del escritor de La casa de la Troya creó una fundación con el nombre de su marido, a la que dotó de un capital depositado en el Banco Pastor y con cuyos intereses debería concederse el premio «al mejor trabajo literario que se presente sobre un tema de Galicia ensalzando a la misma».

Posteriormente, en 1941, surgió el premio, y el ganador de la primera edición fue Eduardo Pérez Hervada. Desde entonces los han obtenido destacados periodistas y escritores. La lista incluye a Ezequiel Pérez Montes (1963), Emilio Quesada (1964) o Ángel Padín (1999). En los últimos años, los ganadores fueron Rodri Suárez (2019), Suso Martínez (2020), Javier Quintana (en el 2021, quien también lo ganó en el 2009), Xavier Lama (2022), Toni Silva (2023) y Ricardo Fernandez Colmenero (2024). La primera mujer galardonada con el Pérez Lugín fue Mercedes Modroño (1989), a la a sucedieron Cristina Amenedo (1995), Lola Roel (1996) y María del Rosario Martínez Martínez (2007).

Motivos para perder el tren

Domingo. Pereza

Maia tiene sueño. Lo arrastra desde hace setenta minutos, cuando todavía daba vueltas en la cama tratando de reunir fuerzas para otro domingo de madrugón. Si no se mareara con tanta frecuencia, habría podido quedarse enroscada entre las mantas, escuchando llover y dejando que su nariz y sus orejas fueran acostumbrándose al frío de la habitación. Luego seguiría el cuello, los brazos y, finalmente, el resto del cuerpo, en un estudiado ritual para las mañanas de invierno en su cuarto sin radiador. Pero es montarse en el coche y a Maia se le revuelve el estómago. Desde cría. Ya no digamos en el bus. Por eso, la primera alarma sonó a las seis de la madrugada del domingo, con margen suficiente para llegar a la estación. A las 7.05 saldría (hace nada que se fue) el tren a Lugo. Casi dos horas invertidas en un viaje que por carretera dura la mitad.

- Este fue el primer trayecto que hubo en A Coruña. Hace 150 años.

- Y es tan lento como entonces.

Maia no está de humor para charlas con periodistas, ni entiende a quién podría interesarle un reportaje sobre los motivos de los coruñeses para perder el tren. Ella ha llegado justo cuando el suyo abandonaba la estación. No consiguió dejar la cama hasta que sonó la cuarta alarma, y ni entonces pudo sacudirse el cansancio. No sale otro hasta la tarde; se perdería la comida familiar. 

Le dice al periodista que se llama Maia Robles, que tiene 21 años y que estudia Administración. 

Y se marcha, resignada, a sufrir en el autobús.

Lunes. Ira

Los 45 minutos de espera hasta el siguiente tren servirán a Óscar para tranquilizarse, ahora que se ha disculpado con sus compañeros de proyecto por llegar tarde a la reunión. Les ha advertido por teléfono (lo ha escuchado todo el mundo) que solo aceptará volver a quedar en Santiago cuando en A Coruña tengan lista la nueva intermodal. Durante el medio año que falta, si no hay demora en los planes, tendrán que viajar ellos o apañarse con encuentros telemáticos para ir avanzando. Se niega ("me niego", les ha gritado) a pasar otro rato así.

Un cuarto de hora atascado en el autobús urbano por culpa de los accesos, descargando la ira en el conductor. La bronca no ayudó a que le permitieran bajarse antes de llegar a la parada y hubo incluso una amenaza de llamar a la policía cuando Óscar Barbero (26 años) elevó ("bastante", reconoce ya más calmado) el tono de voz. "Habría llegado a tiempo caminando -sostiene ante el periodista-, es increíble que empezasen las obras sin prever que esta zona se iba a colapsar".

Martes. Soberbia 

- Le dije que lo perdíamos, pero él siempre tiene tiempo. Se piensa que va más rápido de lo que va.

- Si vivimos aquí al lado.

- Y mira, 35 minutos te ha llevado llegar. 

El tren a Cerceda ha salido a las 12.45. Puntual. Sin Celia Castro (74 años) ni su azorado marido, José Ramón (83).

Miércoles. Envidia

Daniel no para de llorar. "Es un caprichoso -se queja su madre, Asunción Valle (42)-. Quería venir caminando, como su hermana. Le da lo mismo que le expliques que ella es mayor, todo lo tienen que hacer igual. Con el berrinche no ha habido manera de meterlo en el carro y nos ha llevado un montón venir". Irene mira al pequeño con sonrisa triunfal. No le importa haber perdido el tren: se van los tres al parque hasta que salga el próximo, para no alejarse mucho de la estación, y al llegar a Vigo le van a comprar el libro que quería, porque ella sí se ha portado bien.

Jueves. Avaricia

A Pablo Díez (47) no le apetece compartir el motivo por el que se ha quedado en tierra y no estará en Ourense cuando parta su conexión hacia Madrid. "Van a pensar que soy un tacaño", esgrime, apoyado en una enorme maleta. Su pareja, Yaneli Hernández (46), lo cuenta por él: "Vivimos en Adormideras y ya veníamos justos, pero él se empeñó en que el taxi es muy caro. Al final nos quedamos bloqueados en el 5 porque había un coche en doble fila en Panaderas. Encima, nos toca sacar otros dos billetes, porque tampoco quiso pagar la tarifa con anulación". Él agacha la cabeza; ella le dirige una de esas miradas y se encamina a la taquilla, a ver si quedan plazas en el próximo en salir.

Viernes. Gula

A las 15.05 se perdió de vista el último de los vagones con destino a Ferrol. A esa hora, Anxo París (45) atacaba el postre y aún le quedaba el café. "Sale otro a las seis y media. Tengo toda la tarde; por eso viajo así, aunque lleve mucho más. Aprovecho para echar la siesta", comenta despreocupado. Nadie en toda la semana ha perdido el tren con tanta deportividad: "Cuando vi el restaurante lleno, me di cuenta de que no iba a llegar; pero compensa, porque se come bien". Ha sacado ya otro billete en la aplicación y suelta una carcajada cuando se le pregunta si antes del próximo le va a dar tiempo a merendar.

Sábado. Lujuria

7.15. El A Coruña-Lugo se ha esfumado. Maia, otra vez.

-Tocaba fin de semana familiar.

-Pero no.

-Ya ves.

-¿Volviste a quedarte dormida?

-Hoy aún no me acosté.

-¿Entonces?

-A ti te lo voy a contar [Sonrisa de oreja a oreja. Mirada cómplice a Gael (21, también)]