Rapadores de la montaña lucense, que son capaces de trasquilar hasta 1.000 ovejas en un día, asumen ahora la carga de trabajo de los rebaños asociados a Ovica

Rubén Nóvoa
En La Voz de Galicia desde el 2006. Especializado en temas económicos y subdelegado en la edición de Ourense.

Ya es primavera en las explotaciones ovinas gallegas. Y es, por tanto, momento de trasquilar a las ovejas. Tradicionalmente de esta tarea se ocupaba un grupo de temporeros que llegaban desde Polonia y que contaban con gran experiencia y reputación en el sector. Sin embargo, esta situación ha cambiado y el relevo lo han tomado esquiladores gallegos, que desde su base de operaciones en la montaña lucense se trasladan a las diferentes explotaciones repartidas por toda Galicia, especialmente en las provincias de Lugo y Ourense. El año pasado se quedaron con la mitad de los rebaños asociados a Ovica y, tras su buena acogida, esta primavera le han puesto en sus manos todos. 

Una de las explotaciones más numerosas se encuentra en Tioira (Maceda). Esta pequeña parroquia apenas supera los 200 habitantes, pero cuenta con una de las granjas ovinas más importantes de Galicia, con ochocientas ovejas. Todas ellas, sin excepción, fueron trasquiladas a principios de mayo. En una agradable mañana y sin más actividad en la parroquia que la de los esquiladores en la granja de Alfredo Suárez, el equipo de Rapadores da Montaña Lucense se pusieron a la faena desde primera hora de la mañana para tenerla rematada por la tarde. Dos de ellos se encargaban de colocar a los animales delante de la maquinaria que se utiliza para despojarles de la lana. El resto era cosa de cuatro rapadores, que necesitaban entre uno y dos minutos, dependiendo del animal, para trasquilarlo. La media es, aproximadamente, de 25 a la hora; un ritmo que firmarían los mismísimos polacos. Otros dos operarios se encargan de recoger la lana, almacenarla y dejarla lista para comercializar. «Este ano o facemos todo con esquiladores galegos, con dous equipos dunha empresa da montaña luguesa. Últimamente os polacos puñan moitos problemas para rapar e non lles interesaban as explotacións pequenas, que en Galicia son a maioría. A xente está moi contenta co cambio. Estos novos equipos traballan ben e as ovellas sean moi ben rapadas e sen cortes», explica Noelia Ron, directora técnica de la Asociación de Criadores de Ovino e Caprino de Galicia (Ovica).

Los esquiladores tendrán que hacer frente a un arduo trabajo durante la primavera. En Ovica tienen unas 6.000 ovejas por trasquilar, a las que hay que sumar las de numerosos ganaderos que están fuera del colectivo y que también demandan los servicios de este equipo. La directora técnica de Ovica hace un llamamiento a las autoridades para que se potencie la formación en esta y que se pueda expedir un certificado de rapador como sucede, por ejemplo en el caso de los manipuladores de carne. «O ideal é que todo se fixese de maneira reglada, e con xente especializada e cunha formación detrás», explica. 

Santi M. Amil
  

«Para nosotros es un día de fiesta»

Un cuarto de siglo de experiencia bajo sus espaldas es la que atesora Adriano Borrás. Aprendió el oficio en las montañas de Teruel, de donde es oriundo. Lleva, sin embargo, cerca de quince años asentado en la provincia de Lugo, desde donde ha montado una empresa que actualmente se encarga de trasquilar a todas las ovejas de los ganaderos asociados a Ovica. Se organizan en dos grupos. Son siete rapadores, a los que hay que sumar a dos cogedores y dos laneras. Al margen de la carga de trabajo que les ha llegado de Ovica, también cruzan las fronteras con facilidad. Ahora mismo, por ejemplo, tienen a uno de sus esquiladores en Sicilia y también hay gente que se va a Australia o Nueva Zelanda para aprovechar las temporadas bajas de trabajo en Galicia. Cuando llegan a un acuerdo para esquilar un rebaño, los esquiladores de la montaña lucense quedan un día con el ganadero para que tengan todo preparado y ellos se encargan del resto. El precio que cobran dependen de la cantidad de ovejas. Si supera el centenar, la tarifa se sitúa en 1,50 por cabeza y la comida, a mayores. Tienen capacidad, con todo el grupo al completo, para rapar hasta 1.000 ovejas en un solo día, aunque la realidad del campo gallego hace que los rebaños grandes sean una excepción.  

No cabe duda de que el trabajo requiere de gran técnica y esfuerzo físico, pero tampoco la hay de que a Adriano le gusta lo que hace. «Para nosotros es un día de fiesta. Queremos reivindicar este oficio y cómo se vivía tradicionalmente. Era un día en el que se juntaban todos en torno al trabajo y se vivía como una jornada especial, todos juntos alrededor de la mesa», señala.  

Santi M. Amil

Precisión y rapidez para trasquilar una oveja en menos de dos minutos

El equipo de Rapadores da Montaña Lucense trabajan con equipos comprados en Suiza. El procedimiento es tan sencillo como efectivo. Una persona se encarga de coger a la oveja y situarla delante de la maquina, donde le espera el rapador con la máquina ya preparada. La sujeta de pie entre sus piernas y realiza el trasquilado. Es fundamental para que la lana pueda aprovecharse en los mercados, que se realice sin cortes y de forma homogénea. En menos de dos minutos, el animal quedará listo para pasar el estío y la lana se irá directamente a un saco para ser transportada y colocada en los mercados. Adriano Borrás explica que existen otras técnicas para rapar a las ovejas, como por ejemplo sujetarlas por las manos, pero que esta es la más beneficiosa para el animal y para el propio rapador, que eso sí se ve más exigido físicamente, además de la destreza necesaria para sujetar al animal y raparlo al mismo tiempo. Y todo al ritmo de una música atronadora, que les ayuda a llevar la intensa jornada.