CÉSAR WONENBURGER
12 nov 2001 . Actualizado a las 06:00 h.La Academia española ha apostado por la película de Vicente Aranda porque es la que más posibilidades tiene de gustar a quienes, en Hollywood, seleccionan las candidatas a mejor película extranjera: Los académicos más veteranos y, por tanto, conservadores. Frente al poético filme de Julio Medem (el de Díaz Yanes aún no se ha estrenado), nueva indagación del joven realizador vasco en los complejos territorios del azar, la creación artística y el amor, se ha preferido esta Juana la loca, de caligrafía más nítida y mensaje más popular. Nada que objetar a la elección. Como ha demostrado su saludable paso por taquilla, la propuesta conecta con el público, sin menospreciar su inteligencia; algo digno de admiración estos días. La deslumbrante actuación de López de Ayala -que, dicen, todavía no ha conseguido salir de su papel- juega como la principal baza de una película histórica, feminista, de notable factura, que exhibe algunas de las constantes del cine de Aranda; sobre todo, esa obsesión suya por captar el lado más oscuro, íntimo y peligroso de la pasión. Resulte o no escogida entre las cinco nominadas, la elección de la Academia constituye un imprescindible homenaje a uno de los autores más personales, lúcidos y penetrantes del reciente cine español.