El genio de Groucho Marx sigue haciendo reír 25 años después

Jesús Fraga REDACCIÓN

TELEVISIÓN

-Miles de páginas en Internet recuerdan las citas del cómico, fallecido hace un cuarto de siglo -El humorista creó un estilo propio y peculiar que continúa creando adéptos

19 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

«Yo soy marxista. Sigo a Groucho». La política suele ser un blanco predilecto de los humoristas, y, en este caso, la frase que todavía se oye de vez en cuando podría haber pertenecido al genial chispazo de quien nació bajo el nombre de Julius Henry Marx, pero a quien todos conocen como Groucho. El tercero de los cinco hijos de una familia emigrante falleció ayer hace 25 años, un 19 de agosto. La escasa, por no decir nula, reposición de películas de los hermanos Marx en las televisiones españolas contrasta con la proliferación de páginas en Internet con selecciones de citas y proverbios surrealistas del cómico Groucho. Su historia es una típica historia norteamericana. Su madre, una inmigrante alemana, Minnie Schoemberg, provenía de una familia propietaria de una compañía de cómicos ambulantes. Fue ella quien insistió en seguir la tradición y convertir a sus hijos en actores. El padre, Sam Marx, era originario de la región francesa de Alsacia-Lorena. Se casaron en 1884 y se instalaron en Nueva York, donde Marx trabajó de sastre. Ni él se libraría del humor de Groucho: «No usaba el metro y se negaba a hacer patrones, de ahí que nunca tuviera el mismo cliente dos veces». El primer hijo, Manfred, murió con tres años. Le seguirían Leonard (Chico), Adolph (Harpo), Julius Henry (Groucho), Milton (Gummo, no se dedicó al cine) y Herbert (Zeppo). Vodevil El primero en dedicarse al mundo del espectáculo fue Groucho, que debutó como cantante a los 15 años. El vodevil y las revistas fueron la escuela para los hermanos. Groucho fue perfilando los rasgos de su personaje. La leyenda sostiene que el célebre bigote fue consecuencia de las prisas: llegaba tarde a una prueba y decidió pintárselo con betún para ganar tiempo. Lo convirtió en una de sus señas de identidad, junto a su habano, sus miradas y sus carcajadas. Pero sin duda el verdadero genio de Groucho anidaba en su capacidad para enlazar un disparate tras otro. Disparates, que, como en todos los grandes cómicos, escondían una mirada corrosiva y lúcida. La máxima de otro genio de la risa, Ernst Lubistch, hazlo todo de prisa, parece haber sido la divisa de Groucho. Hay escenas memorables de películas como Sopa de ganso, Una noche en la ópera o Un día en las carreras que están por derecho propio entre las mejores secuencias del cine. Las desarmantes respuestas de Groucho han creado escuela y siguen inspirando a humoristas actuales en todo el mundo. Investigado No a consecuencia de su apellido sino por su ironía, Marx fue investigado por el FBI en plena paranoia del senador McCarthy. El humor, ya se sabe, también puede ser subversivo. Cuando falleció con 87 años, Groucho había dejado 26 películas, guiones de televisión y libros. Además, se casó tres veces y se volvió a divorciar otras tantas. Tuvo tres hijos y continúa desperando la admiración de numerosas personas, que le recuerdan en sus chistes.