Crónica | La situación sociolaboral de los intérpretes Los ingresos de la mitad de los profesionales españoles de la escena no superan los 6.300 euros anuales, y sólo una tercera parte han conseguido vivir únicamente de su oficio
15 feb 2005 . Actualizado a las 06:00 h.Veinte años antes de recibir el Goya por su trabajo en Mar adentro, Mabel Ribera pensó en dejar su empleo en Astano y emigrar a Inglaterra para formarse como traductora. No lo hizo, y quizá esa decisión cambió su vida: por entonces, la actriz, licenciada en Filología Inglesa, llevaba siete años haciendo teatro en una compañía independiente de trabajadores del astillero, y, en plena crisis industrial, el Centro Dramático Galego la llamó para participar en una de sus primeras puestas en escena. Ahí empezó todo, aunque, como ella misma reconoce, «por entonces, la posibilidad de dedicarte profesionalmente a la interpretación era muy pequeña». Dos décadas después, la situación de los actores españoles no parece haber cambiado. Un informe de la asociación Artistas e Intérpretes Sociedad de Gestión (Aisge) asegura que un gran porcentaje de ellos lo pasan realmente mal: «Tras el glamur que caracteriza socialmente a la profesión artística, existen situaciones de necesidad social», dice el estudio, que subraya que los ingresos del 50% de los actores españoles ni siquieran alcanzan al salario mínimo interprofesional (6.316 euros anuales). Iceberg «Las grandes estrellas son sólo la punta de un gran iceberg formado por decenas de miles de buenos actores que permanecen sumergidos y casi ocultos», dijo recientemente Michael Douglas, doble ganador del Oscar. Y aunque la situación no es privativa de España, lo cierto es que en este país el trabajo no abunda para los intérpretes: según Aisge, sólo el 20% consigue una ocupación remunerada relacionada con su profesión durante más de nueve meses al año, y el 30% no supera los treinta días de empleo anuales. Sólo el 27% ha logrado vivir exclusivamente de su oficio en los últimos quince años. Ante esa situación, la gran mayoría de los actores acaba nutriendo las filas del teatro aficionado, un sector que, en Galicia, se ha revelado como la mejor cantera. Otro premio Goya, Celso Bugallo, recuerda sus tiempos en Adefesio Teatro Estudio, una compañía que, en 1976, comprobó cómo la censura adoptaba forma de policía uniformado subiendo al escenario para impedir que se representara una obra de Rafael Alberti. «De todo aquello queda una experiencia muy importante, el inicio de un viaje increíble», dice Bugallo, quien, sin embargo, también es consciente de que, en su oficio, muy pocos pueden permitirse dormirse en los laureles: «Lo que más me interesa de los premios es que sirvan para mejorar tu carrera: que el trabajo te proporcione trabajo», concluye.