Lumen reúne en un libro todos los cuentos de Flannery O'Connor

Miguel Lorenci MADRID

TELEVISIÓN

En un mes se agotaron dos ediciones de la respetada autora La escritora, desconocida para el gran público, representa el estilo gótico sureño

08 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

La obra de Flannery O'Connor (1925-1964) constituye una de esas felices rarezas literarias que hará las delicias de quienes la frecuenten. Tan poco conocida como apreciada, la narradora estadounidense contó siempre con el respeto y el favor de los mejores escritores y la crítica de su tiempo. Su no muy extensa obra -murió con 39 años- ha conocido una desigual difusión en nuestro país, pero ahora, para regocijo de sus lectores, Lumen ha reunido en un único volumen todos sus cuentos y en apenas un mes se han agotado dos ediciones. Comparada con William Faulkner o Carson McCullers, con quienes forjó lo mejor del denominado «gótico sureño», O'Connor está considerada como una de las más grandes narradoras norteamericanas del siglo XX. La comparación con Faulkner se justifica en su descripción del carácter y la vida en el sur de Estados Unidos, pero también se compara a O'Connor con Franz Kafka, por su propensión a lo grotesco. Lúcida y atormentada Prologado por Gustavo Martín Garzo, uno de sus mejores valedores en España junto a Esther Tusquets, que la introdujo en los setenta, Cuentos completos suma 848 páginas que reúnen tanto los relatos que O'Connor publicó en vida como los que dejó inéditos, muchos de ellos nunca traducidos al castellano. Brilla en ellos el genio lúcido y atormentado de una escritora a quien se reconoce con unanimidad su maestría el cuento, género que cultivó sin desmayo desde su adolescencia hasta su prematura y trágica muerte. Los villorrios y parajes del sur de Estados Unidos, en especial de su Georgia natal, son los escenarios de estas narraciones, que dibujan un mundo decrépito, en ruinas, abandonado y sumido en una pobreza ancestral y en el que imperan la violencia y el odio. Tema recurrente en su obra, marcada por su catolicismo activo, es la tensión ente el mal y la gracia divina. «Soy católica como podría ser atea», decía para justificar sus fuertes convicciones. A la sordidez de la miseria, los conflictos raciales, el asfixiante peso de la religión y la frustrada lucha por la libertad, se sobrepone en los cuentos de O'Connor una extraña belleza que parte de una íntima exploración moral de la condición humana.