
El representante de Ferrol fue sorprendido con la presencia de sus familiares sobre el escenario de «Son de estrelas», que el sábado entró en su segunda fase
18 mar 2007 . Actualizado a las 06:00 h.Son de estrelas ya está en su segunda fase, o sea que durante las próximas semanas doce nombres (siete de mujeres y cinco de hombres), se convertirán en populares entre la audiencia pese a que solamente uno se llevará el coche, el viaje al Caribe y la grabación del disco. No está mal, que menos dan en Cifras e Letras ¿ Se acabó el fulminar al adversario y se eligió la fórmula de la liguilla, de modo que ganará quien más sume, aunque se eche a faltar algún candidato pintoresco, como los que hubo en las rondas previas. La de anteayer respondió a las expectativas, pese a que no contaba con invitado de relumbrón, y además transcurrió sin pausa. Eso sí, le vendría bien un suplemento de humor invitado, alguna audacia televisual e incluso algo más de potencia musical que contribuya a ahuyentar el fantasma del karaoke que a ratos se cuela en el escenario. La audiencia irá in crescendo a medida que los concursantes vayan sumando puntos, y será necesario estirarse un poco para que Son de estrelas arañe público más allá de Betanzos, A Coruña, Verín, Pontevedra, Terra de Caldelas, A Terra Chá, Noia, A Limia, Caldas, Muros, Ferrol e Xallas, que fue el orden en que actuaron sus canoros representantes. Los guionistas lanzaron hacia la mitad del programa un pequeño suspense a cuenta de Daniel, de Ferrol, que Teté Delgado administró como sorpresa hasta el número final, sin duda los minutos más subidos de la entrega. Primero provocaron emoción en Daniel al invitar al escenario a su tía abuela nonagenaria y a su prima, con las que no contaba, y después al emparejarlo con Tania, de Xallas, para cantar la memorable Quen poidera namorala , en versión de Batallán. Ambos tienen un punto en el plano televisivo, y aunque ella se lo merendó en la cuestión canora, Daniel, con su lacrimal flojo, aportó una cierta emotividad, muy querida a la cosa catódica. En el resto de la noche, una vez más, hubo de todo, como el virtuosismo gaiteiro del aspirante noiés. Se insiste en la fórmula de proponer temas que a algunas parejas les sientan como una crema de bronceado a Eddie Murphy, con lo que eso devalúa el espectáculo. Que le pregunten a Marcos de A Limia, incapaz de memorizar una letra como la de Sabina para Y nos dieron las diez . El chaval se quedó en blanco al menos un par de veces, lo que obligó a su generoso colega Fernando, de Noia, a tirar de él para impedir el naufragio total. Como ya es habitual, resultan amenos los minutos dedicados a meter la cámara en la vida privada de los aspirantes, aunque la fórmula corra el riesgo de agotarse si no exploran otras posibilidades más allá de parientes y amigos. Una cosa es indiscutible, los doce finalistas conforman una especie de planeta, especie de cariñosa Frikilandia, que dará todo el juego que Son de estrelas sepa sacarles. Y ya pueden espabilarse los del cotarro musical, porque algunos de ellos (y a falta de Academia como en Operación triunfo ), en cuanto caigan en manos profesionales que les aporten buenos consejos y les enseñen media docena de trucos, darán para más de una verbena veraniega y, cómo no, para alguna que otra gala televisiva. Veamos cómo crecen.