Si es televisión no puede ser cultura. La sentencia es cortante, pero explica en parte la pésima relación entre lo cultural y lo televisivo. La 2 estrenó nuevo programa y, naturalmente, es un programa de información cultural.
Como sucede tantas veces con la información cultural, nadie sabe con exactitud si debe orillar hacia el lado de los emisores o hacia el lado de los receptores. Televisión Española escoge el camino del medio, que es, habitualmente, el que difama todo el mundo. Pero en esta ocasión quizá tengan razón.
El programa se ha decidido por entrevistas de cinco minutos, reportajes no mucho más largos y, en lugar de críticas, recomendaciones de conciertos, libros y representaciones. Todo rápido, todo inmediato y todo muy embalado con un tono arreglao pero informal, como si la sonrisa de la presentadora, Cayetana Guillén Cuervo, quisiera convencer a los espectadores de que la cultura no es aburrida aunque no nos dé tiempo a explicar por qué.
La presentadora ametralla a los espectadores con su ritmo y piropea sin cesar a los invitados y solo Benjamín Prado consigue responder con algo de naturalidad a la hora de hablar de tres libros que merecen la pena ser leídos. Argumentalmente, en cambio, no puede aportar muchos datos.
El primer programa cuenta con Marta Etura, Franco Battiato, Eduardo Arroyo y Julieta Venegas, lo que no es ni mainstream ni lo contrario. Es el nadar entre dos aguas de los programas culturales que nunca saben cuál es la mayoría de la inmensa minoría cultural.
El programa parece prevenido contra las tópicos culturales: no quiere parecer pesado, no quiere parecer lento, no quiere parecer profundo. Y todo eso lo consigue perfectamente. Aunque sea para no contar nada.
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