Telecinco estrenó Alatriste, la serie basada en las novelas creadas por Arturo Pérez-Reverte. Y ese nido de filibusteros llamado Twitter desplegó toda su artillería. Cañones, obuses, bombardas, morteros, culebrinas y hasta pedreros -se trata de una serie de época- lanzaron una ruidosa y demoledora andanada que hizo blanco. De pleno.
Alatriste, que logró un registro de audiencia discreto (13,4 %) para tratarse de una producción ambiciosa (10 millones) y no tener grandes rivales, fue trending topic, pero por aspectos negativos, y recibió reproches de todos los tipos. Casi nadie se la creyó, porque era imposible creérsela: doblajes cantosos, decorados más lustrosos que en un anuncio de Don Limpio, más luces y colorines que en una gala de José Luis Moreno... Un desastre completo, vamos.
Hasta el propio creador del personaje, el casi siempre supercrítico Pérez-Reverte, reconoció lo mala que es la serie y juzgó con severidad. El escritor salvó al protagonista y al guion. Pero criticó el montaje y el rigor de la adaptación. Lamentó que no se hubiera contratado a un asesor histórico y dictó sentencia al proclamar: «En la HBO (la productora de Juego de tronos) sería distinto, pero esto es España». Y parece que nos gustan más productos como Águila Roja, que ha creado escuela. Y así nos va.