Tuvo que ser Salvados, el formidable altavoz de denuncias, quién pusiera en la agenda pública el caso de Zaida Cantera, la militar que sufre un calvario en el Ejército por denunciar (y ganar un juicio) por acoso sexual a un superior. Y fue el menos carismático Canal 24 horas quién, tres días más tarde, puso en evidencia a Pedro Morenés, el ministro de Defensa de Rajoy.
Su intervención en el Congreso para responder a la diputada de UPyD Irene Lozano fue insultante: desagradable en las formas; vacía en cuanto a contenido; e incendiaria para un caso que ha puesto en cuestión la imagen de las Fuerzas Armadas. En vez de enfriar la polémica, la regó con queroseno y la devolvió a ese fenomenal escaparate que son los trending topic de Twitter.
El ministro, uno de los más discretos del Gobierno, tiene un perfil con muchas aristas, y un pasado de vendedor de armas que proyecta una oscura sombra sobre su gestión. Sufre mucho cada vez que se expone al escrutinio de la opinión pública, como el miércoles.
Posiblemente Morenés dirigió su discurso hacia un Ejército escocido por el escándalo, con el que quería cerrar filas. Pero erró el tiro. Por su lectura displicente y chulesca. Y por mandar callar a la diputada de UPyD. Fue un error mayúsculo. De los que en democracias civilizadas causan ceses. Y de los que en épocas preelectorales causan virajes repentinos e inesperados.
Ayer por la noche Morenés rectificó y anunció que Defensa ultima un protocolo de actuación contra el acoso sexual en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En un tono contrito y conciliador, ante los micrófonos de una emisora de radio, trasladó su deseo de lograr reunir «cuantas mayores sensibilidades políticas mejor» sobre el mismo. Quien dijo digo dijo diego. Y decidió hacer política.