En España hay 57 niñas llamadas Daenerys y 279 Aryas

María Viñas
Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Máster de Edición Periodística en la Ecuela de Medios de La Voz de Galicia. maria.vinas@lavoz.es

En España hay más Aryas que Daenerys, pero aún así no son pocas las niñas que presumen de llamarse igual que la heredera Targaryen, una tendencia que los registros civiles comenzaron a detectar hace unos cinco o seis años cuando los más devotos de Juego de Tronos se animaron a tener descendencia. Pero, ¿qué sucede cuando el personaje al que hace referencia el nombre de tu hija se vacía de toda carga heroica, de su virtuosismo y su honestidad, de cualquier humanidad posible? ¿Qué pasa cuando uno se llama como el bueno, y el bueno se convierte en malo; cuando la simpatía se esfuma?

No se trata, ni mucho menos, de una moda patria: en Estados Unidos, más de 2.500 niñas han sido bautizadas en los últimos ocho años con el nombre de Daenerys y, si de elegir se trata, al otro lado del océano prefieren -eso sí, por muy poquito- a la pequeña de los Stark frente a la madre de los dragones: 2.545 recién nacidas fueron anotadas en su registro como Arya. Cuidado, porque hay también inscritas en esta lista 516 Khaleesis. Y 434 Yaras, y 319 Lyannas. En España la tendencia es similar; sin embargo, aquí la simpatía por el personaje que consiguió vencer al Rey de la Noche es todavía mayor: 279 Aryas -a las que se suman 258 Arias, con «i» latina- frente a 57 Daenerys. ¿Y en Galicia? Al menos 11 niñas responden al nombre de la diestra con la espada, seis en la provincia de A Coruña y cinco en la de Ourense. 

«Arya es pequeñita y muy aguililla, como la de la serie»

Alicia Escurís y Víctor González, de A Pobra, son padres de una de ellas. Hoy tiene dos años y medio. Es «pequeñita» y «muy aguililla», como la rebelde y decidida Stark. Juego de Tronos estaba a punto de arrancar su sexta temporada cuando Alicia se quedó embarazada. «Víctor era muy fan y en aquella época yo estaba viendo, además, Pequeñas mentirosas (Pretty Little Liars), y la protagonista también se llama así. Queríamos un nombre diferente, original. Y Arya fue el único en el que nos pusimos de acuerdo», recuerda ahora. La segunda hija de Eddar Stark y Catelyn Tully es, de todos los personajes de la ficción de David Benioff y D. B. Weiss, el favorito de esta pareja gallega que cariñosa se refiere a su pequeña como Ari. ¿Y qué opina de su decisión la familia y los amigos? «A los que han visto Juego de Tronos les gusta mucho el nombre, los que menos de acuerdo estaban eran los abuelos», confiesan.

David Santiago, de Fene, advierte que ni él ni su pareja, Vanesa González, de Pontedeume, son unos fanáticos de Juego de Tronos. La decisión de bautizar a su hija, nacida en el 2017, como Khaleesi fue más un arrebato, un capricho por como sonaba que una cuestión de principios. «Vimos unas cuantas temporadas, solo cuatro y dejamos la serie, no pasamos de ahí, pero nos gustó el nombre», reconoce entre risas. 

«A la gente mayor le costó aprender el nombre de Khaleesi, llamaban a la niña Gallaeci»

En realidad, Khaleesi no es propiamente un nombre, sino un vocablo de la lengua Dothraki, inventada por George R.R. Martin para la saga fantástica, que significa «princesa», la mujer del Khal, jefe bárbaro de los guerreros nómadas de Essos. «Ahora tenemos otro niño, y estamos más pendientes de los niños que de las series, no tenemos tiempo», señala David, excusándose. «Al principio la gente mayor se extrañaba un poquito del nombre, le costó aprenderlo, llamaban Gallaeci, Calaesi... Pero ahora ahora muy bien, y la niña sabe su nombre perfectamente». 

¿Por qué deberían preocuparse las Daenerys?

Durante siete temporadas, Daenerys Targaryen fue retratada como una mujer fuerte y luchadora, un personaje con agallas que Juego de Tronos colocó en un lugar que hasta entonces la televisión siempre había reservado a los hombres. En su boca, los creadores de la ficción pusieron -basándose en los libros escritos por George R.R. Martin- palabras graves; discursos contundentes, sólidos y solemnes. La que no arde, la rompedora de cadenas, la madre de dragones y la Khaleesi de los Dothraki demostró desde el final de la primera entrega su vocación -y también su madera- de líder, pero tuvo que ir afinando un talento que se intuía desbocado e insaciable, y que ahora ha vuelto a desentonar.

De cualquier manera, el interpretado por Emilia Clarke en la ficción de HBO ha sido casi todo este tiempo un personaje con carácter, confianza, credibilidad y dotes de comunicación, pulso firme, ambición y capacidad de recuperarse ante el fracaso. Carismática como pocas, Daenerys ha sabido rodearse (y dejarse aconsejar) por hombres y mujeres inteligentes y valientes, rendirse a los sentimientos y ponerse en la piel del débil. Pero es el suyo, también -quizá por genética-, un perfil orgulloso y airado, de mecha corta, déspota y egocéntrico.

Hasta la recta final de Juego de Tronos, la Targaryen consiguió mantener bajo control esa cólera y esa prepotencia. Pero los síntomas estaban ahí. Y las pretensiones impetuosas, la paranoia y la soledad son malos compañeros. ¿Se volvió loca Daenerys o se cansó de contener su verdadera personalidad? «Le tenéis miedo», le comentaba Sansa a Tyrion tras la batalla de Invernalia. Con razón.

(Ojo, spoilers)

La de las trenzas rubias desoyó al enano y se cargó a fogonazo limpio a la familia de Sam, crucificó sin pestañear a los amos de Meeren y quemó vivos a los jefes dothrakis al final de la sexta temporada. A nadie debería pillar desprevenido su reciente arranque de saña. ¿Irracional? No parece. Ella era la gran salvadora, la mujer que acabó con la esclavitud y la injusticia, inspiración femenina, pero ojo, David Benioff y D.B. Weiss nunca quisieron a una líder impoluta. Todos tenemos sombras.

Hoy la Khalessi es una villana, una genocida, una tirana. Nada queda ya de aquel ejemplo de la igualdad, de aquel icono defensor de las minorías. Y todas las niñas que en su documento de identidad llevan su nombre deberán vivir y lidiar con eso.