«Caracterizar un día a un Caminante Blanco supone seis semanas de trabajo»
Lisa Carracedo, hija de gallegos, formó parte del equipo de maquillaje especial de «Juego de tronos», encargado de convertir una cara corriente en el rostro más escalofriante de la serie, el de la muerte. Nos cuenta cómo han sido estos años de trabajo
Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Máster de Edición Periodística en la Ecuela de Medios de La Voz de Galicia. maria.vinas@lavoz.es
Lisa Carracedo, de 37 años, se considera mitad inglesa, mitad gallega -nació en el Reino Unido, pero su padre es coruñés y confiesa que, cada vez que puede, se escapa a Galicia, porque le encanta-. Suyo es parte del fascinante mérito de convertir a un actor corriente y moliente en un escalofriante Caminante Blanco: durante siete temporadas -se descolgó en la última-, Lisa formó parte de un meticuloso equipo de 50 personas encargado de elaborar las prótesis faciales de los personajes más inquietantes de todo Juego de Tronos, esos demonios de «nieve, hielo y frío», «piel blanca como la luna» y «ojos como estrellas azules» que en la ficción de HBO se presentan como criaturas altas y pálidas, de textura fibrosa y abundante pelo blanco. Para conseguir esta apariencia, casi sobrenatural, se recurre a un tipo de caracterización conocida como maquillaje con efectos especiales o maquillaje FX, un trabajo que implica múltiples técnicas y materiales para, a través de prótesis, alterar los rasgos físicos de una persona.
El interés de Lisa por el maquillaje despertó pronto, ya en el colegio. Curso a curso fue afinando su destreza y, finalmente, acabó especializándose de la mano de expertos profesionales en prostéticos, técnicas avanzadas para conseguir resultados fantásticos que recurren a moldes que se esculpen, se pintan y, en definitiva, se trabajan con diferentes materiales: látex, cera, gelatina, pelo o silicona. Ella, en concreto, es especialista en áreas capilares: con su pericia consigue que los muertos que habitan más allá del Muro luzcan esa cabellera tan característica y sus barbas níveas; que sus cejas tengan el gesto perverso perfecto.
Su primera película fue Charlie y la fábrica de chocolate. Después, trabajó durante un año y medio «pinchando pelo» en el Museo de Cera -colocando cabello en las figuras, pelo a pelo, con aguja-, lo que acabó convirtiéndose en un intensivo entrenamiento para lo que vendría después: Hellboy 2, Harry Potter y Juego de tronos. En la construcción del aspecto de los personajes de la serie basada en los libros de George R.R. Martin Lisa Carracedo se empleó a fondo desde el primer día. Recuerda ahora que las dos primeras temporadas fueron las más intensas, que pasaba horas en el taller preparando prótesis y prótesis: «En hacer una máscara de un solo personaje se tarda seis semanas, en crear los rasgos y la peluca, y trabajan en ella muchas personas; todo para que solo se utilice durante un día de rodaje».
La labor es abrumadora, a la altura de una superproducción de tal magnitud. Cada detalle acarrea días y días de esfuerzo, de escrupuloso detallismo, de reiteración y de constancia. ¿Qué hay detrás de cada una de las prótesis que, a la hora de grabar, se colocan sobre la piel del actor? «Los escultores elaboran el molde según el diseño, y lo llenan de silicona, alguien lo pinta y yo le coso el pelo: las cejas, las pestañas, el cabello de la cabeza...», detalla Carracedo, que reconoce que, de todas, la más complicada de confeccionar es la máscara del Rey de la Noche. Una vez listas, un equipo distinto se encarga de ajustarlas y de retocarlas en el rostro humano ya en el set de rodaje. Tras la jornada, a la basura y vuelta a empezar. «Las prótesis se estropean, porque para colocarlas hay que pegarlas a la piel con pegamento y para quitarlas, hay que romperlas, cortarlas; el uso de las máscaras es de un solo día».
Cuenta Lisa que, además, resulta epecialmente difícil conseguir la misma máscara día tras día, una y otra vez, réplicas que se hacen a mano y que tienen que ser exactamente iguales. «Hay que hacer muchas fotos para que los que pintan reproduzcan fielmente el mismo aspecto. Algunas de las batallas de Juego de tronos tardaron en rodarse seis semanas, para cada uno de los días de esas seis semanas se necesitó una prótesis diferente, una por cada actor, y todas tenían que ser calcadas porque se trataba de la misma escena», apunta. «El pelo, por ejemplo -señala-, tiene que tener el mismo largo, la misma forma, no puede variar».
Para estos maquillajes especiales prostéticos, Juego de tronos recurre a cabello real, no sintético. «El artificial se quema, no se le puede aplicar mucho calor para moldearlo -justifica Carracedo-, así que se usa pelo natural, que se puede trabajar mucho mejor, rizarlo, ondularlo... pero se necesita muchísimo y no es nada barato, sobre todo el europeo, que para esto es que mejor funciona, es más fino y por tanto más sencillo de peinar, se adapta mejor».
Cuatro horas para convertirse en el Rey de la Noche
Acomodar estas máscaras personalizadas, una vez hechas, tampoco es tarea sencilla. Desvela Carracedo que un Caminante Blanco tarda cerca de tres horas en estar listo, sin contar el vestuario. «El traje, que es muy elaborado, es un arte, tarda en ponerse una media hora, incluso una hora». Así que, en total, el proceso de transformación implicaría unas cuatro horas largas. Cada día.
A partir de la tercera temporada, Lisa compaginó su trabajo en Juego de tronos con colaboraciones en películas varias y acabó dejándolo al final de la séptima. Ahora está inmersa en la caracterización de los personajes de una nueva serie sobre Drácula que preparan los creadores de Sherlock. «Fue una experiencia increíble», reconoce, confesándose una gran fan del universo fantástico de los Siete Reinos. ¿Su opinión sobre el controvertido final de serie? «Creo que la última temporada fue demasiado apresurada, que muchas cosas no se resolvieron; me gustó, para verlo fue estupendo, el maquillaje excelente, las batallas impresionantes... pero quedaron cabos sueltos por atar. Me hubiesen hecho falta otras dos entregas más».