El carnicero de Plainfield: la historia de Ed Gein que inspiró los personajes más terroríficos de Hollywood
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La vida del asesino en serie y necrófilo vuelve a las pantallas con la nueva temporada de «Monstruo: La historia de Ed Gein» que se estrena este 3 de octubre
02 oct 2025 . Actualizado a las 09:33 h.Ryan Murphy e Ian Brennan, los productores de Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer y Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez, van a por todo en una tercera entrega sobre la vida del asesino y necrófilo Ed Gein. La serie, producida junto a Netflix, se estrena el 3 de octubre a nivel mundial y será Charlie Hunnam quien se encargue de darle vida a uno de los criminales más emblemáticos de Estados Unidos.
La matanza de Texas, El silencio de los corderos y Psicosis, son solo algunos de los títulos clásicos del género terror que encontraron en la figura del granjero una fuente de inspiración. No en vano su nombre despierta curiosidad en los fanáticos de las películas de crímenes e incluso se ha utilizado incluso en creaciones musicales. Con él dio comienzo a una obsesión por las mentes criminales y se convirtió en «el modelo del terror moderno», como afirma Netflix.
¿Quién fue Ed Gein?
Edward Theodore Gein nació el 27 de agosto de 1906 en el estado de Wisconsin, Estados Unidos. La infancia de este niño se desarrolló en el seno de una familia compuesta por un padre alcohólico y distante, una madre obsesionada con la Biblia y el pecado y un hermano mayor que desafiaba las normas. Un contexto familiar que dificultó sus habilidades sociales desde un comienzo.
La familia residía en un pequeño pueblo, de no más de 700 personas, llamado Plainfield. En el pueblo todos se conocían entre sí y quienes conocieron a Ed de niño aseguran que se trataba de un pequeño tímido y extraño, con ataques de risa incontrolables y grandes dificultades para hacer amigos.
No solo él tenía problemas para socializar, sino que su madre, con su obsesión por la religión, no quería que su hijo se vinculara con otras personas que pudiesen corromperlo. Augusta Wilhelmine le inculcó a su niño que el mundo era un lugar malévolo, que las mujeres y el alcohol eran una expresión del diablo y fundamentaba sus ideas con pasajes bíblicos. Creencias que calaron hondo en la mente de Ed, al igual que la figura de su madre, con quien terminó teniendo una obsesión.
La muerte de su padre hizo que Ed y su hermano tuviesen que trabajar para poder mantener a Augusta. Henry, su hermano, veía cómo la relación enfermiza entre su madre y Ed empeoraba con el tiempo hasta considerarlo incestuoso. Ese fue el motivo de muchas de sus discusiones. Fue entonces, en 1944, cuando Henry falleció en circunstancias dudosas. Ed testificó que estaban ellos dos limpiando el terreno cuando accidentalmente el fuego se salió de control y perdió de vista a su hermano.
Mientras el hombre de entonces 38 años aseguraba que su hermano había desaparecido, los oficiales de Policía que trabajaban en el caso encontraron los restos de Henry con un golpe en la cabeza y todo indicaba que esa herida le habría provocado la muerte. A pesar de que la investigación apuntaba a Ed como culpable del crimen, no habían pruebas suficientes para demostrar su autoría. Un año después su madre falleció. La última persona con la que Ed tenía un lazo afectivo dejó de estar, lo que desencadenó un aislamiento social con consecuencias.
No fue hasta 1957, cuando Bernice Worden, la dueña de una ferretería local, fue declarada desaparecida. En el negocio habían quedado restos de sangre, pero no había rastro de su paradero. Cuando la Policía estaba realizando la reconstrucción de los hechos leyó en una libreta, encima del mostrador, que el último cliente que había sido Ed Gein. Con esta información se dirigieron a la casa del granjero.
Un escenario terrorífico le dio la bienvenida a los oficiales. Colgado en el domicilio estaba el cuerpo decapitado y desnudo de Worden. Fue entonces cuando revisaron el hogar de Gein y se dieron cuenta que estaban ante un monstruo. Pocillos, platos, ceniceros, pantallas de lámparas, máscaras, caja de zapatos; artefactos hechos a base de piel y huesos humanos, específicamente, de mujeres.
Al revisar su domicilio, también se encontraron los restos de Mary Hogan. Una chica que solía atender un bar al que Ed había asistido en el poblado de Pine Grove. Hogan estaba desaparecida, pero nadie había denunciado su ausencia ante las autoridades. Entre los adornos del granjero había una mascarilla hecha con el rostro de la camarera. Fue entonces cuando el criminal confesó que la mató porque creía que se había enamorado de ella.

La noticia dejó en estado de shock al mundo entero. La Voz de Galicia publicó el 20 de noviembre de 1975 que el granjero «confesó haber descuartizado a la señora Worden, pero se negó a decir si la había matado. Solamente afirmaba: “No recuerdo, pero cuando fui a su tienda no llevaba armas encima”». En la misma noticia, el medio informó: «Como se recuerda, en el domicilio de Ed Gein fueron halladas varias calaveras y otros restos humanos que el granjero robaba del cementerio, aparentemente con el único objeto de completar su colección de calaveras».
«El granjero Ed Gein será sometido a un “detector de mentiras”, para constatar la veracidad de sus declaraciones. Según últimos detalles facilitados por la Policía, parece confirmarse cada vez más la sospechas de que se trata de un caso de canibalismo», finalizó la noticia publicada por La Voz de Galicia hace 50 años. Sin embargo, nunca se terminó de constatar si el criminal practicaba el canibalismo.

Al ser interrogado, el asesino de Bernice Worden reconoció que había comenzado con estas prácticas siniestras luego del fallecimiento de su madre. De hecho, exhumaba los cuerpos del cementerio con la intención de poder rearmar con sus partes un cuerpo de mujer y así convertirse en su propia madre.
Según sus declaraciones, la elección de los cuerpos la realizaba gracias al obituario del diario local. Cuando elegía a la víctima se trasladaba a la noche hacia el cementerio, desenterraba el cadáver y lo cargaba en su furgoneta hasta su hogar. Con el cuerpo a su disposición, el llamado «carnicero de Plainfield» intentaba aprovechar las distintas partes para hacer muebles, utensilios y decoraciones para la casa.

Tras haber sido acusado de «asesinato de primer grado en la persona de Bernice Worden», «el representante legal de Gein ha solicitado se declare irresponsable a su cliente como perturbado mental», se mencionaba en las noticias de La Voz de Galicia de la época. Aún teniendo pruebas de su culpabilidad en otros delitos, el granjero fue acusado únicamente del asesinato de Worden y el fallo del juicio resultó en una declaración de incapacidad.
Es por ello que Ed Gein fue enviado a un centro hospitalario estatal para criminales enfermos donde se lo diagnosticó con esquizofrenia. El carnicero de Plainfield permaneció internado en el centro hasta 1984, cuando falleció el 26 de julio a raíz de una insuficiencia cardiorrespiratoria. Su cuerpo fue finalmente enterrado junto al de su madre en Wisconsin.