No solo hay que tomar el sol para deshacerse del característico blanco invernal
24 jul 2014 . Actualizado a las 18:59 h.El verano y el moreno, dos amigos inseparables. No se entiende la época estival si no es con el bronceado a cuestas. Moda reciente donde las haya inspirada por Coco Chanel, lejos quedan aquellos años en los que la gente se emblanquecía la piel porque era sinónimo de mayor escaño social. Hoy todo ha cambiado. Y, como en todo, siempre hay diferencias entre unas y otras personas. Lo normal a estas alturas es ir alternando por la calle gente que aún luce su tez blanca y pálida heredada del largo invierno eterno marcado por la lluvia y las nubes, y personas extremadamente bronceadas. El reparto injusto de la melanina de la piel según la persona provoca que los primeros miran a los segundos con una envidia escondida y con la duda en los labios. ¿Cómo me pongo moreno?
Dejando al margen tirar de productos autobronceadores -y su falsa leyenda de convertir a las personas en naranjitos- o de los solariums, el método de tomar el sol siempre es la opción por excelencia, por no decir la única. El resultado de pasar horas y horas a los pies de Lorenzo es incrementar la concentración de melanina de la piel. Sin embargo, hay que ir con mucho cuidado porque las exposiciones prolongadas pueden provocar daños graves en la dermis. Por que sí, el moreno está muy bien, pero el tono rojizo de una quemadura no es para nada bonito ni atractivo. Como prevenir es mejor que curar y debemos consultar siempre con nuestro dermatólogo, la crema protectora será nuestra mejor aliada para evitar sufrir con las radiaciones UVA/UVB -en El Corte Inglés cuentan con una amplia variedad de cremas protectoras y otros productos para el sol de L'Oreal-. Como lo ideal es tomar el sol de forma progresiva, los primeros días habrá que apostar por un factor mayor e ir reduciéndolo acorde al tipo de piel de cada uno, pero siempre aplicando la crema cada 45 minutos.
Cuando el moreno ya sea una realidad más que una ficción, el aceite protector -como el Soleil Brozer de protección 15 de Lancôme- también es un buen aliado, sin olvidarse de la crema, ya que cuida de la piel mientras magnifica el color y logra un tono más dorado así como un bronceado más luminoso, resplandeciente y homogéneo. Para después de una intensa y maratoniana jornada de sol, nada mejor que terminar el día con un «after-sun» para calmar la piel y proporción la hidratación necesaria para mantener el moreno conseguido a ritmo de toalla o tumbona.
Pero si el sol no es recurso suficiente para tomar el sol, habrá que tomar cartas en el asunto atacando el problema desde otro frente. Si seguimos apostando por los remedios naturales, la alimentación también es clave para contribuir a broncear la piel. Hay muchas frutas y verduras de tonos amarillos, anaranjados y rojizos que ayudan en la misión de cada verano de coger color. Eso sí, aunque puede parecer que es por la coloración del propio alimento, en realidad se debe a que contiene betacaroteno. Este nutriente al ingerirse se almacena en el hígado en forma de retinol que ayuda a pigmentar la dermis. En este grupo está encabezado por la zanahoria o el tomate, pero también por las espinacas y el perejil ya que el color no lo es todo. Pero no son los únicos. El manganeso -que encontramos en los frutos secos- y su capacidad de ejercer como filtro, y los ácidos grasos Omega 3 -que se localiza en pescados azules- para evitar la deshidratación son esencial para ponerse moreno de forma sana. Los cítricos ricos en vitamina C también son importante para estimular la producción de colágeno, vital para mantener hidratada la piel cuando sufre la agresión del sol.