Después del artificio llega la sencillez, los rostros naturales, las caras recién lavadas
15 oct 2014 . Actualizado a las 11:27 h.Llevan tiempo, los que saben de esto, dándonos la murga con la resurrección de la tendencia natural, las caras lavadas, la ausencia del maquillaje. Tanto han insistido que el consejo se ha pasado de rosca y ahora la industria de la cosmética cierra sus cuentas a fin de mes con resultados más que satisfactorios a cuenta de productos que, paradójicamente, simulan un rostro limpio, desnudo, lejos de los artificios y de la impostura.
Lo artificial es, en cambio, la llave para conseguir este resultado perfecto, desprovisto superficialmente de gota alguna de pintura, pero también de cualquier marca que el tiempo, el clima o cualquier oto factor externo, como el estrés o la alimentación, hayan querido cincelar, caprichosamente, en el rostro. Solo hay por tanto un camino posible para acercarse al aspecto que lucen las mujeres que, erre que erre, aseguran inamovibles que salen a la calle tal y como se levantan de la cama.
Surge de las cenizas de los polvos de sol, coloretes y demás potingues para colorear la tez una tendencia, llamada normcore, que, como todas, ya tanteó el terreno desde lo alto de las pasarelas. Marc Jacobs llevó al límite la oda a la normalidad obligando a las modelos, en uno de sus últimos desfiles, a dar literalmente la cara. Los poros, completamente al desnudo. Y la imposición de esta comitiva buscó en las calles caminos secundarios, emular lo que algunos maquilladores denominaron el efecto postsex, el brillo natural que luce el rostro tras haber practicado sexo. A Zac Posen también le encandiló este concepto y sus chicas salieron esta primavera a desfilar envueltas en un aura romántica, mejillas levemente sonrosadas, tez pálida, encerada y labios brillantes, vivos, color labio.
Este giro maestro concentra la atención en las prendas, el rostro pasa a un segundo plano, saludable y fresco, y no se pierde la sensualidad en ningún momento. Es el rubor lo que sostiene la tendencia, carente de toda gracia si la piel se presentase, en realidad, limpia, sin artimaña alguna. Pero, ¿cómo se alcanza este aspecto lozano de «no me he maquillado, pero en realidad sí lo he hecho»?
Todo se resume en que la piel permanezca limpia y uniforme. No ir más allá y, en el caso de estar por debajo de este punto, alcanzarlo disimuladamente. El tono y la textura tiene que ser todo igual. No puede ser mate, no se puede cubrir al completo la piel, que debe respirar y mostrar su naturaleza. Lo idea es aplicarse alguna BB Cream o CC Cream, como la BB Cream Perfect Hydrating de Shiseido o la CC Cream Nude Magique de L'Oréal. Son los cimientos de esta ideología normcore, una base ligera, que resplandece y huye del resultado opaco.
Bajo los ojos, es recomendable aplicar corrector, como por ejemplo el Le Crayon Accord Perfect de L'Oréal, y sobre la base, polvos sueltos, como los de Poudre Transparente aux Extraits de Calendula Sisley, sedosos y discretos. Las mejillas solo admiten, en esta tendencia natural, tonos levemente anaranjados o rosados, como el Blush Prodige Clarins, con un resultado aterciopelado, o el Fard Joues de Bourjois. Las cejas, perfiladas; la máscara de pestañas, discreta; y los labios, marcados en su color natural. Todo para conseguir una versión sutilmente mejorada de nosotras mismas, como si nos hubiesen aplicado una capa tenue de Photoshop.
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