Wilk es deportista por herencia. «Mi padre fue ciclista y mi madre, gimnasta», explica. Empezó su carrera en el Polonia Varsovia y su último equipo antes de dar el salto a España fue el Wisla, del que no salió de la mejor manera.
-Fichar por el Dépor fue casi una odisea. ¿Por qué le pusieron tantos problemas?
-Rompí mi contrato porque mi equipo pasó mucho tiempo sin pagarme. Fue un poco difícil por algún tiempo. Después, aquí también estuvimos algún mes sin cobrar, pero para mí eso no era nada. Allí sí supe lo que era tener problemas.
-¿Lo de aquí se lo esperaba?
-Cuando iba a venir escuché que el club tenía algunos problemas económicos. Pero ahora sé que elegí muy bien. Estamos en el buen camino.
-En su mejor momento llegó la lesión ¿Temió perder el sitio?
-Lo más importante para mí era regresar al mejor nivel y en el Deportivo tenemos la suerte de contar con un gran readaptador. Cuando volví sabía que estaba al cien por cien. Listo para jugar.
-Y con nuevos compañeros. ¿Le gusta el cambio?
-Antes había un jugador que creaba todo el juego del equipo: Culio. Y después, Juan Domínguez. Eso era todo. Ahora, crear es cosa de muchos.
-Vázquez le ha pedido cambios en su juego ¿Qué tal es su relación con el míster?
-No me gusta mucho hablar del entrenador. Es el jefe. Aquí y en cualquier equipo. Puedo decir que me encantan los entrenamientos que hacemos; el balón es el protagonista. Siento que aquí somos una gran familia. El míster está en el nivel más alto, claro, pero le gusta estar próximo al futbolista. Luego vamos los jugadores. Mi español aún no es bueno y eso me dificulta relacionarme con mis compañeros, pero siempre están pendientes de mí.
-¿Para cuando una rueda de prensa?
-(ríe) Mi profesora dice que estoy listo para la zona mixta. Yo creo que aún me falta.