En el ambiente se palpa cierta sensación de tranquilidad entre los aficionados coruñeses que durmieron tranquilos y ayer se despertaron con regusto por el 1-0 sobre el Elche, uno de los equipos que quieren superar al Deportivo y llegar al final colocado por encima de los puestos de descenso. Ese objetivo, que ya tenían difícil, les resultará más complicado después de haber sufrido en Riazor la derrota en una de las batallas que los ilicitanos contaban resolver a su favor, cálculo que se les vino abajo, entre otras razones porque el Deportivo venía haciendo el mismo cálculo pero a su favor y, además, jugaba en casa, en su campo, donde el público no le abandona y si en esta ocasión no fue numeroso, se debió a la noche dura e invernal bajo la lluvia.
Ese apoyo del que hablamos resulta decisivo en el mundo del fútbol y no se limita solo a apoyar al equipo, sino también que deben tenerse en cuenta los directivos y a los fieles seguidores que celebran los triunfos y digieren en silencio los reveses que en esto del balón están a la orden del día.
Así pues, hay que resaltar el buen ambiente de ahora mismo, infinitamente distinto al preocupante que se palpaba antes de ganar al Elche. Este triunfo necesita ser como el prólogo de otros que esperamos para el futuro, aunque antes el Deportivo regrese de Villarreal en blanco, algo que se teme pero está por ver. Y aunque en Villarreal lleguen a pintar bastos, la recuperación experimentada ahora deberá servir para que el Deportivo inicie una nueva etapa, capaz de librar con templanza ese tramo de la Liga en donde los equipos, peleando y sufriendo a fondo, se ganan la permanencia en Primera División.