El pasado fin de semana el Deportivo perdió en el Calderón y encadenó su decimotercer partido seguido sin ganar en Liga. Tras la última derrota, esperada, ha llegado la hora de la verdad. Este sábado el colista visitará Riazor y el Dépor deberá afrontar el encuentro como una auténtica final. ¡Yo no tengo dudas de que lo es! Una derrota ante el Levante agravaría la crisis del equipo, dejaría muchas sombras antes de una semana sin competición y a las puertas del derbi ante el Celta. Y sobre todo, situaría a los blanquiazules coqueteando con el descenso.
El choque frente al Levante es una final, entre otras cosas, porque si se gana los valencianos se quedarían a doce puntos de los coruñeses. Significaría sentenciar a un rival directo y situarse a un paso del objetivo. Un triunfo daría al Dépor la fuerza necesaria para sacarse los nervios y la ansiedad. Sin duda, es la medicina que necesita el enfermo. Si no se gana aumentarán las dudas, es verdad que quedarán más citas en las que conseguir los puntos para lograr la salvación, pero sería peligroso no romper la dinámica de resultados e ir dejando los deberes sin hacer. El calendario que le queda a los blanquiazules hasta la conclusión del campeonato es complicado.
El Levante ganó la pasada jornada al Valencia y tomó aire. Sigue siendo el farolillo rojo, pero está a tres puntos de la permanencia. Ellos encararán el partido en A Coruña como uno de los últimos salvavidas al que agarrarse, lucharán cada pelota hasta el final y lo dejarán todo sobre el verde, no tengo ninguna duda. Si el Dépor quiere ganar tendrá que igualar esa intensidad desde el primer minuto, a partir de ahí tendrá opciones. El factor Riazor también será clave, la parroquia ya se merece una victoria y seguro que ayudará a conseguirla. Con un poco de suerte el Deportivo ganará su final.