




















































El ascenso más famoso del fútbol español cumple un cuarto de siglo en el corazón deportivista
11 jun 2019 . Actualizado a las 20:29 h.El partido se diluye en el recuerdo, pero solo para algunas generaciones de deportivistas. Para otras, es la fecha más importante de la historia reciente del club de sus amores. El día en que se encendió la mecha blanquiazul, que saltó la chispa. Porque aquel domingo 10 de junio de 1991 fue todo un poco incendiario. El Deportivo regresaba a Primera División después de dieciocho años en Segunda. Había vencido al Murcia por dos a cero, le empataba a puntos y le ganaba el golaverage, lo que le daba el subcampeonato por detrás del Albacete.. Estas son algunas de las pinceladas de aquel día inolvidable. Para algunos.
El suceso, protagonista
El incendio de la cubierta de Preferencia, un icono de la historia blanquiazul. Solo dos minutos después del inicio del partido, una negra humareda alertó sobre un incendio en la cubierta de la grada de Preferencia y el árbitro, Severo González Lecue, se vio obligado a interrumpir el choque durante tres cuartos de hora. El tiempo que tardaron los bomberos en sofocar el fuego mientras jugadores y aficionados observaban desde el césped.
El partido
El Murcia fue siempre líder, el Dépor llegaba remontando. La batalla se libró en mediocampo. Al principio, el Murcia se hizo con la manija del duelo, pero el entrenador del Deportivo, Arsenio Iglesias, apeló a su habitual inteligencia en la lectura de los partidos y maniató al rival. Stojadinovic marcó en el 35 pero su gol fue anulado por fuera de juego (no lo era). Repitió en el 54 a centro de Fran, y en el 75 a pase de Kanatlarovski.
Los héroes
Unos mitos, desde el banquillo a la punta del ataque. Arsenio Iglesias decidió que aquel día jugasen Josu, Djukic, Sabín Bilbao, Albistegui, Martín Lasarte, Aspiazu (le sustituyó Kanatlarovski en el minuto 68), Villa, José Ramón, Stojadinovic, Fran (Albistegui entró en el minuto 40) y Gil. Ellos forjaron la leyenda. El Murcia se entregaba al Toro Aquino, la gran estrella del equipo entrenado por Felipe Mesones.
Los protagonistas
Arsenio: «Lo de la cubierta parecía un mal presagio, pero acabó bien». El entrenador deportivista tuvo que templar los nervios de sus jugadores durante buena parte del tramo final de la competición y recuerda con detalle verse obligado a «jugar con las dos barajas». El técnico arteixán destaca la presión a la que estaban sometidos antes del ansiado ascenso. «Hay muchas cosas que salieron bien, pero tengo un recuerdo duro ante el Sevilla. Y yo decía, lo conseguiremos en este partido. Y si no, en el siguiente. Usas la palabra según te conviene», argumenta. «Tras tanto tiempo buscando el ascenso, lo de la cubierta parecía un mal presagio, pero eramos un equipo capaz y al final todo acabó bien», relata. «Cuando se interrumpió el partido, había que pedir calma, había mucho barullo y yo no quería que mis jugadores se desconcentrasen», explica.
Fran: «El sentimiento era tan fuerte que no podíamos fallar». Allí también estaba Fran, que con el paso de los años recuerda, sobre todo, la alegría posterior a la consecución del ascenso. «Después de tantos años, al fin era una realidad», inicia el relato. «El sentimiento era tan fuerte, que esta vez no podíamos fallar. No se podía», zanja. «Ya el año anterior se estuvo a punto, lo habíamos tenido al alcance de la mano y quizás nos sirvió de experiencia. Es como si el equipo se estuviese preparando para ese día. No fue fruto de la casualidad, veníamos de un par de temporadas buenas y en ese caso llegábamos tras una remontada empujando y el Murcia no las tenía todas consigo», matiza. Duda acerca de la influencia del incendio en el desarrollo del encuentro, pero compara: «Fue como el chaparrón de la Copa. Parece que esas cosas vienen para echarnos una mano».
Stojadinovic: «Si no llegamos a ascender, el club podría haber desaparecido». El autor de los dos goles recuerda las hormigoneras y la muchedumbre festiva ya desde el paseo matutino de la plantilla. Pronto se pone serio: «Suena fuerte, pero si no llegamos a ascender, el club podría haber desaparecido. Teníamos mucha presión. Pocas bromas hubo durante el partido, y me acuerdo de todo, hasta de una entrada que le hice al central que casi le rompo el tobillo sin querer».
Stoja dice que recuerda cada detalle de aquella jornada. «Y eso que solo he vuelto a ver los goles una vez en estos veinticinco años», presume, antes de resaltar también que aunque su palmarés brilló más en otros lares, lleva A Coruña en el corazón. «Algo es diferente en su gente, es más noble, notaba el cariño allá donde iba», dice.
«Arsenio nos dijo que esto lo teníamos que ganar nosotros, no la grada. Y ponía esa cara suya, que no sabes si está asustado o serio. Pero, ese día, a mí me parecía que estaba muy asustado», apunta. «Después, no paramos de fiesta en siete días», concluye.