Lux: «Ser tan feliz como lo fui en Coruña no es fácil, pero esta es mi casa»

TORRE DE MARATHÓN

Semanas después de decir adiós, el Poroto recuerda su paso por el Dépor y su regreso a River

07 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Transcurría el verano del 2011, el Dépor había bajado a Segunda tras veinte años en Primera, y Germán Lux vio en A Coruña un nuevo reto profesional. Se especulaba con la marcha de Aranzubía y él estaba llamado a ser el meta sobre el que cimentar el Dépor que quería regresar a Primera. Pero el riojano no se fue y Lux acabó siendo un suplente de lujo. Hubo ascenso y renovación. Aranzubía siguió y el equipo volvió a Segunda. Y ahí, con un club sumido en un futuro incierto, el de Carcarañá hizo su gran apuesta, quedándose y empezando a labrarse una leyenda de sentimiento blanquiazul que lo acompañó hasta sus últimos días. Pero todo se acaba y ahora, tras superar el palo de no seguir, afronta una nueva etapa, con diferentes metas e ilusiones, en su casa: River.

-Imagino que con el chip ya cambiado del Dépor a River.

-Totalmente mentalizado. El chip lo cambié en el momento en que estando de vacaciones en Carcarañá me llamó Marcelo (Gallardo) y me preguntó si quería volver a River. No lo dudé. Para mi familia y para mí es un cambio importante. Llevábamos diez años en Europa, y muy a gusto. Pero somos argentinos, y nuestra familia y nuestra sangre pesan mucho. En cuanto a lo deportivo, pesó el volver a cumplir el sueño de niño: jugar en River. Lo cumplí hace años y lo repito ahora.

-No es habitual con 35 años fichar por uno de los principales clubes a nivel mundial.

-Está claro que influye mucho que soy arquero, y nuestra carrera es un poco más larga que la del resto de compañeros. Pero no voy a ocultar que también influye que me encuentro bien. Creo que en el Dépor demostré que todavía tengo cuerda y por eso me fichó River

-¿Cómo es ese momento en el que uno le dice a su familia que hay que hacer las maletas de nuevo?

-Tiene su grado de dificultad. Al principio, cuesta asimilarlo. Mi mujer, por ejemplo, tenía su estructura armada en A Coruña. Y estaba muy feliz. Pero sabía que me respaldaría. Desde el día que le dije que nos íbamos para Mallorca siempre me acompañó. En este caso, igual. Ella me pregunta qué es lo que yo quiero y si voy a ser feliz. Y ahí me sigue. Con los niños es más sencillo, porque se adaptan mejor.

-¿Tiene la sensación de que fuera del Dépor está más valorado que dentro?

-No tengo ninguna queja del Deportivo. Los años que he estado ahí, me han tratado muy bien. Lo que está claro es que para que pudiera continuar teníamos que estar de acuerdo las dos partes. No fue así. El Dépor tomó la decisión de no renovarme y punto. Ahí me tuve que buscar otras alternativas.

-Daba la sensación de que esperaba que hubieran hablado antes con usted.

-No me dijeron nada. Es cierto. Pero se entendía ya un poco. Calculo que me hubiera gustado más que hubiera habido la confianza de ser más directos y claros, como años anteriores. Esta vez no fue así, pero creo que, en parte, porque en el club no tenían tan claro lo que deseaban. De hecho, ahí está que todavía no hay sustituto para mí. De todos modos, dos más dos casi siempre son cuatro. Uno tiene experiencia y sabe que si cuentan contigo, no van a darte oportunidad de que pase el tiempo y te comprometas con otro. Así que, lo dicho, nada que reprochar a nadie.

-Pero le hubiera gustado quedarse.

-Claro que sí, porque en Coruña mi familia hemos sido muy felices. Ser tan feliz como lo fui en Coruña no es fácil, pero vengo a mi casa. Esta es mi casa y aquí tengo al resto de mi familia. Y nuevos retos. No hay nada eterno en la vida. Cuando llegué ahí no pensé que fuera a estar tanto tiempo y al final se me hizo corto. Pero tengo un hijo coruñés y dejo muchos amigos. Desde ya, el Dépor tiene a toda mi familia apoyándolo desde la distancia.

-¿Se imagina regresar en algún Teresa Herrera?

-Hoy, la verdad, es que no me imagino volver. Porque estoy mentalizado con el regreso aquí, luchar por un puesto y con eso ya me llega. A partir de ahí, toca avanzar.