Hace apenas tres meses, después de la primera derrota de la era Parralo, escribí en estas mismas páginas que los cambios de entrenador no suelen dar los resultados positivos que los clubes esperan cuando hacen ese movimiento. Por desgracia para los que queremos seguir viendo fútbol de Primera en Riazor el tiempo me ha dado la razón. Parralo solo hizo un punto más que Mel pero jugando 4 partidos más, y últimamente dando muy mala imagen.
Antes de que ruede el balón el lunes, o mejor incluso, antes de que termine el partido quiero posicionarme al respecto del nuevo inquilino del banquillo del Dépor. Sin ninguna duda en este caso la directiva ha acertado, el equipo precisaba de un liderazgo, el propio Tino Fernández se ha expresado en esos términos, y Seedorf representa esa figura que genere entre los jugadores un nuevo entusiasmo, algo que Parralo dudo que fuese ya capaz de transmitir.
En cualquier texto sobre liderazgo empresarial podemos encontrar la definición de liderazgo transformacional, figura que sin ninguna duda encarna el nuevo entrenador, esa persona que empleando altos niveles de comunicación y aportando una visión de cambio, es capaz de seducir, que logra una alta cohesión de grupo, que puede modificar expectativas, percepciones y que es capaz de inyectar motivación intrínseca al equipo y convertirlo en una secta. Estos líderes se ganan la confianza, el respeto y la admiración de sus jugadores, y son capaces de que cada uno dé lo mejor de sí mismo, y no traicione a sus compañeros.
Creo que la plantilla del Deportivo solo necesita eso, todos pensamos que el equipo es mejor que el del año anterior y estaba llamado a tener una temporada plácida, pero algo falló. Ya sé que muchos encuentran en su falta de experiencia una de sus debilidades, yo pienso que la experiencia está sobrevalorada, lo importante es tener los conocimientos; a poco que se haya empapado de los grandes entrenadores que ha tenido en sus años de jugador lo sustancial y relevante lo tendrá adquirido.
El lunes Seedorf volverá a Riazor convertido en entrenador, y hasta a los aficionados nos embaucará, solo les queda a los jugadores ser responsables del cambio, después de tres entrenadores la pelota está en su tejado.