Proporción griega en el arte culé

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández REDACCIÓN / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

Valverde ha dejado su sello en el Barça para llevarlo al doblete, tercero de la trayectoria del técnico

30 abr 2018 . Actualizado a las 20:39 h.

Hace seis meses de aquel viaje a Grecia. Regresó, como tantas veces, a Atenas, pero no acudió solo. Se hizo acompañar de varios de los mejores jugadores del mundo para enseñar a los aficionados del Pireo hasta dónde había llegado desde allí. A dónde habían conducido los meses de soledad y habitación de hotel. A dónde todo el tiempo dedicado al estudio, cámara en mano, su otra pasión. Buscaba Valverde, entonces como ahora, el equilibrio -«Tanto en una foto como en un equipo»- y acudió a los maestros de la proporción. Se había estrenado con dignidad en el Athletic y dejado huella en el Espanyol. Había consumido de forma prematura un año sabático. Quemada ya esa vía de inspiración, quedaba viajar. Eligió Grecia, le eligió el Olympiacos, y allí ensayó el doblete de hoy.

Le salió a la primera, en la 2008-2009, y lo perfeccionó, meticuloso, en la 2011-2012. La inestable hinchada agradeció tanto esfuerzo con una pancarta y una sonora ovación cuando saltó al césped del Georgios Karaiskakis al frente de un Barça formado en 4-4-2. Perdido Neymar, Valverde ha alterado el dibujo, disimulando con el grupo la ausencia de un solo jugador. Diseñó un conjunto regular. No renunció a uno solo de los cacareados preceptos culés, pero les añadió sobriedad. Resolvió entre dos lo que antes hacían tres y aprovechó el elemento extra para reducir las grietas allí donde su equipo acusaba la edad. El resultado: ni una sola derrota en la única competición que permite fallar. Y un pinchazo irremediable en la que menos tolera el error. Se dejó el triplete Valverde en un mal día en Roma, en el partido que emborrona la foto de una campaña fenomenal. «Duele, pero hay que mirar hacia adelante», resolvió tras caer.

Al futuro, que trae un Barcelona sin Iniesta, el más genuino representante de una fórmula que el club no ha logrado consolidar. Solo Sergi Roberto perpetúa la saga de la vieja Masía en un club que ha fichado tanto por apariencia como por necesidad. No ha llenado ningún vacío Dembele, enorme lunar en la configuración del plantel. No se ha encontrado quien reduzca la dependencia del 10, como subrayan los seis puntos perdidos en los tres encuentros que no arrancó de titular -fue la entrada de Messi lo que alteró en todos el marcador-. La única ausencia completa del argentino se saldó, eso sí, con victoria en un encuentro menor. No hay tampoco quién como Busquets. Pieza única el hijo del portero al borde de los 30. Portador del equilibrio que da ligas como la cerrada ayer con superioridad. Ese que estudió y enseña su entrenador.