El oscuro túnel ilicitano

TORRE DE MARATHÓN

JDHR.

El Elche trata de sobrevivir en Segunda, cuatro años después de perder la Primera de forma administrativa y dos de caer a Segunda B

11 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El 5 de junio del 2015, solo un año después de que el Dépor viviera el 31 de julio uno de los días más angustiosos de su historia por el peligro de un descenso administrativo, el Elche se convertía en el primer club de la máxima categoría del fútbol español que era descendido por deudas.

La amenaza que pendía sobre el fútbol español y que muchos se atrevían a pronosticar que «nunca pasará» pasaba. La entidad ilicitana, que se había ganado deportivamente la permanencia firmando una excepcional segunda vuelta que la aupaba hasta la decimotercera plaza, dejaba su puesto al Eibar y se hundía en la Segunda División.

A pesar de la marcha de muchos futbolistas, entre ellos Pedro Mosquera, Fayçal y Tyton, que en diferentes momentos acabaron en el Dépor, el Elche consiguió formar un equipo que luchó por el ascenso durante gran parte del año. Pero una temporada después acabó firmando un nuevo descenso, en esta ocasión a Segunda B.

Antes, había iniciado un proceso concursal para sanear una entidad con una deuda de cuarenta millones de euros.

Y, tras un año en la categoría de bronce, el Elche trata de hacerse, de nuevo, un hueco en el fútbol profesional. Lo hace con una economía todavía maltrecha y sin haber reorganizado la deuda al tener judicializado el convenio, pero con un enorme espíritu combativo que le ha permitido haber perdido solo dos de los ocho encuentros disputados.

A pesar de las dificultades que entraña tener un presupuesto de apenas diez millones de euros y ser el segundo equipo con menor tope salarial de la categoría (3,85 millones de euros, 15 menos que el Deportivo), Pacheta ha conseguido conjuntar un equipo disciplinado que en su regreso a Segunda acumula 5 empates y el pasado fin de semana logró su primer triunfo al imponerse al Lugo por 2-1.

Se trata de un club cuya tabla de salvación institucional pasa por consolidar la categoría a la espera de que la justicia encamine cuatro años después un tortuoso proceso concursal que marcará su futuro.