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Lejos. Muy lejos. Demasiado. A una distancia, quizá ya inalcanzable se encuentra el Teresa Herrera de lo que tendría que ser el decano de los torneos amistosos. Y ayer se demostró en Riazor
Apenas 8.500 espectadores en una noche en la que la frialdad la puso el ambiente en la grada, que no el meteorológico. A pesar de que enfrente del Dépor estaba un histórico como el Athletic, una noche de miércoles de noviembre no es la mejor fecha del calendario para disputar un torneo de este prestigio, alejado del verano por la obra de las cubiertas de Riazor.
Tal era la frialdad de la grada y la que desprende este trofeo que ni el Athletic, que se marchó con la gran Torre de Hércules, celebró el tanto de penalti que le daba un premio por el que antaño se peleaban los mejores clubes del mundo y que ha llegado a ser un mero trámite.