Allí sentimos por primera vez que el ascenso estaba cerca

Manuel Pombo

TORRE DE MARATHÓN

AGENCIA LOF

12 ene 2019 . Actualizado a las 10:48 h.

Hicimos una segunda parte impecable. En Son Moix jugamos nuestro mejor partido de la temporada lejos de Riazor y la fiesta final estuvo a la altura. Lo que pasó en el vestuario fue increíble, con Manuel Pablo al frente haciendo sonar la música que llevaba almacenada en su ipod y Laure desatado subiéndose a caballo de varios de sus compañeros. No pude seguir todo lo que sucedió allí dentro porque después del partido me tocó salir a trabajar con Marchena sobre el césped, pero el equipo estaba feliz, consciente de la importancia del paso que acabábamos de dar. En Mallorca nos sacudimos de encima muchas dudas y la celebración continuó en el avión de vuelta, en aquel vuelo eterno de tres horas y media en un aparato de hélice que había alquilado el club. No nos importó que se alargara ese viaje.

Habíamos dominado tanto el juego como el resultado y la gente acabó pitando a su equipo porque nuestra superioridad fue clara, especialmente tras el descanso. Me sorprendió que entonces, cuando ganábamos 0-2, su entrenador decidió retirar a Marco Asensio, que estaba siendo el mejor de ellos. Aún marcamos el tercero y nos fuimos al vestuario con esa sensación del trabajo bien hecho que ratificaba el momento dulce por el que atravesábamos. Creo que por primera vez sentimos que el ascenso estaba cerca, que allí nos sacudimos el miedo y las dudas propias de una competición tan apretada como aquella en la que apenas había diferencias entre equipos porque los presupuestos eran muy similares y nosotros habíamos atravesado momentos tan delicados.

Después de aquel partido empezó un período extraño, en el que nos costó mucho ganar, hasta que confirmamos el regreso a Primera en casa contra el Jaén, pero de Son Moix salimos convencidos de que lograríamos el objetivo.