El Deportivo obtuvo en Granada el fruto de una buena decisión; la de iniciar la presión muy cerca del área rival, como viene haciendo a lo largo de casi toda la temporada. A partir de ese acierto llegó el error del adversario, permitiendo resolver un encuentro clave frente a un rival directo.
Un resultado que afecta a ese imponderable que es el subconsciente colectivo, como suma de la percepción individual. Algo que se queda fijado en la cabeza del grupo y que sin duda ya influyó para elevar en Los Cármenes el nivel competitivo atendiendo al precedente inmediato de El Molinón.
Se trata de que a donde no nos lleva el juego vamos a llegar con trabajo, esfuerzo, sacrificio y colaboración. Un recurso clave para los días en que no estés especialmente brillante. A esta capacidad adquirida se le suma el estado de gracia de cuatro o cinco futbolistas, que están por encima del nivel medio del plantel. Una situación en la que se encuentra, Dani Giménez, Pablo Marí, Domingos Duarte o Bergantiños, que están minimizando las acciones de peligro del rival. También Quique había marcado diferencias y demostrado madurez para afrontar con trabajo su mala racha anotadora. Durante esta se vio incluso desplazado a la banda, donde ya había demostrado su ineficacia mientras jugaba en el Osasuna. Es en el centro del ataque donde brilla y genera oportunidades como las que desperdició ante el Tenerife o la que aprovechó el domingo en Los Cármenes.
A ellos se suma Expósito; de los pocos que ofrecen un registro diferente en la medular, sobre todo sin Vicente. La elección de espacios y responsabilidades que se le atribuyen en el sistema le limitan en sus capacidades. Rinde más cuanto más crece su libertad y las posibilidades de que llegue por sorpresa al área.
En Granada se vio también otro ejemplo del juego con extremos, que da amplitud y dificulta la tarea defensiva del rival. Enriquece el repertorio táctico, pero acusa la falta de recursos, sobre todo por la fragilidad de los especialistas.