¿Por qué se lesiona tanto Carlos Fernández?

TORRE DE MARATHÓN

GONZALO BARRAL

Desde que se rompió el cruzado de su pierna izquierda a finales del 2016, el delantero andaluz acumula 8 dolencias más y ha estado de baja casi 500 de los últimos 817 días

28 feb 2019 . Actualizado a las 09:45 h.

Cuatrocientos ochenta y un días de 817. Casi el sesenta por ciento. Es el tiempo que Carlos Fernández ha estado sin poder jugar desde que el 6 de diciembre del 2016 se rompió el ligamento cruzado de su rodilla izquierda. Esta semana se informó de su novena lesión o recaída en este período de algo más de dos años.

«El estudio de resonancia magnética efectuado por los servicios médicos confirma la recidiva de la lesión muscular grado 2 que sufrió en el bíceps femoral izquierdo, por lo que permanecerá en reposo deportivo hasta que su situación permita iniciar el programa de readaptación, paso previo a su regreso a los entrenamientos de grupo», recogía el, como siempre, escueto comunicado del club. Eso, en tiempo de baja, supone al menos un mes más en una temporada en la que lleva sin apenas jugar desde el pasado 2 de diciembre. En este tiempo, solo ha disputado 127 minutos repartidos en tres partidos, uno de ellos completo. El resto, en la enfermería.

Llegados a este punto, la pregunta es clara: ¿Por qué se lesiona tanto el delantero andaluz? El problema no es nuevo. En el Sevilla ya lo sufrió también. La primera operación de la rodilla ha marcado la mayor parte de sus dolencias posteriores hasta llegar al Deportivo.

Aquel día comenzó un auténtico calvario en forma de lesiones para el joven futbolista que, entonces, contaba 20 años. Tardó seis meses en poder volver a entrenarse. Pero el regreso absoluto a la dinámica de grupo y estar en disposición de sus entrenadores no se produjo hasta otros tres después. En total, 273 días de ausencia. A continuación, llegaron tres problemas musculares más, una lesión de tobillo que nada tiene que ver, el percance meniscal y, de nuevo, al quirófano.

 Son numerosos los profesionales de la medicina y el deporte que coinciden en que, tras una intervención quirúrgica, el organismo es más propenso a lesionarse, incluso realizando una buena readaptación. Así lo explica Luisa Ibáñez, traumatóloga especialista en medicina del deporte: «Es mucho tiempo de inactividad y la recuperación resulta bastante compleja. Son muchos los músculos o grupos musculares que han perdido actividad y deben ponerse a punto. Por eso, es bastante habitual que los meses posteriores a estas operaciones, principalmente de cruzado, acaben generando lesiones».

En el caso de Carlos Fernández, sufrió esta situación, pero además también se vio afectado por un contratiempo meniscal como consecuencia indirecta de aquella primera operación.

Tras esta segunda intervención ya era un futbolista de alto riesgo, condición que se agravó al no hacer una pretemporada adecuada (la operación tuvo lugar en julio) y tener más protagonismo del esperado a su llegada a Riazor. Sendas lesiones de Quique y Borja Valle y su buena adaptación lo llevaron a jugar muchos más minutos de los inicialmente previstos. Incluso fue llamado por la sección española sub-21. Así, acumuló minutos y esfuerzo. Hasta que su musculatura dijo basta.

Con permiso del club, se desplazó a su tierra para ponerse en manos de un profesional ajeno a la estructura blanquiazul. Pero el resultado no fue el deseado. Su juventud y fortaleza pudieron ser también factores que hayan jugado en su contra. Por momentos mostró una recuperación más rápida de la prevista y eso lo llevó, quizá, a acortar los plazos. De hecho, en su vuelta jugó los 90 minutos contra el Lugo. Sin embargo, el organismo volvió a darle un segundo y ahora un tercer aviso.

Así, recaída tras recaída, el Deportivo sigue sin poder contar con un futbolista llamado a ser determinante, pero cuyos condicionantes físicos llevan años jugando en su contra.