Hace trece meses que el técnico del Alcorcón y el Deportivo separaron unos caminos que ambos han enderezado
04 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.«Yo no he bajado los brazos». Si acaso, para dar la mano. El Deportivo se despidió de Cristóbal Parralo un 4 de febrero, y lo recibe de nuevo un 4 de marzo para darle cobijo en el banquillo de los ajenos. De anfitrión a visitante en un Riazor al que solo pudo regalar una victoria (1-0 al Leganés), a medio camino de su corto recorrido de 13 jornadas al frente del primer equipo. Triunfo que sumado a los dos obtenidos en Las Palmas (por Liga y Copa) adecentó un currículo que no estuvo a la altura del esfuerzo.
«Las cosas no se dieron, aunque lo dejamos todo para intentar cambiar la dinámica de resultados -razonaba hace unos días Manjarín, escolta de Cristóbal también en su aventura coruñesa-. Al principio pareció que habría una reacción, pero al final no sucedió. Son situaciones que te tocan y que por mucho que haces no eres capaz de cambiar una dinámica». Ambos toparon con un vestuario difícil, en el que el primer entrenador trató de implantar sus peculiares normas de cortesía. Llamativas por poco comunes, como el apretón de manos al llegar y despedirse. «Le gusta mucho la gestión de grupo, que el jugador sea respetuoso y tenga educación, además de ser buen futbolista. Que se respeten entre ellos y respeten al entrenador. Eso es innegociable», desgrana el exfutbolista asturiano al referirse a su jefe.
La fórmula se trasladó a Alcorcón, después de que Parralo rechazara la oferta de Tino para seguir vinculado a la entidad blanquiazul. «El presidente me dijo que quería que continuara -desveló el míster en la rueda de prensa de despedida-, pero yo ahora mismo no me veo continuando en el club. Han sido meses duros, difíciles, que también te enseñan mucho, y ahora lo que quiero es descansar, resetearme y ver lo que me depara el futuro». El futuro fue una llamada desde Santo Domingo en junio, y un contrato por un año con los alfareros que en octubre se estiró hasta el 2020. El acuerdo de renovación se firmó con el impulso del espectacular arranque amarillo, ya que el conjunto madrileño llegó a pasar tres jornadas (entre la 13 y la 16) en lo más alto de la tabla de Segunda.
Una plaza que aún no ha ocupado este curso el Dépor de Natxo, al que sin embargo no le ha ido mal tras el descenso de categoría. Hubo limpieza en la caseta y otro cambio de inquilino en el banquillo (Seedorf trasladó sus extravagancias a la selección de Camerún). Con el técnico actual, los coruñeses solo han cedido tres derrotas y mantienen su casa imbatida. Llevan además tres triunfos y tres empates en la última media docena de citas, que incluyen duelos en la zona noble con el Albacete, el Granada y el Málaga. Racha casi opuesta a la que registra la actual escuadra de Cristóbal: dos victorias en los doce partidos más recientes. Ninguna a domicilio.
«Tenemos que valorar todo lo que ha hecho -pronunció hace trece meses Tino Fernández al despedir al técnico-. Nos gustaría que esto sea un punto seguido, quizá un punto y aparte, nunca un punto final. Encontrar gente honesta, de talento y trabajadora no es fácil». El deseo se hará realidad esta noche con el regreso a Riazor de un entrenador querido por la hinchada coruñesa, consciente de que nunca bajó los brazos.
El Fabril que dejó primero ahora es último
Entre los méritos de Cristóbal Parralo que destacó el presidente del Deportivo durante la puesta en escena del adiós del míster estuvo sus logros al frente del Fabril. El técnico se presentó en A Coruña cuando el filial militaba en Tercera; lo ascendió culminando una temporada brillante y lo tenía líder de grupo en Segunda B cuando recibió la llamada del primer equipo. En diez partidos, solo un empate y una derrota. Ocho victorias; el doble de las que acumula el conjunto que ahora dirige Luisito consumidas ya 27 jornadas.
«Lo vemos con preocupación -admitía Javier Manjarín el martes pasado, al ser preguntado sobre el equipo en el que nació su relación con Cristóbal-. Aquí tenemos dentro del cuerpo técnico a Luis Fandiño, que siguió en el Fabril incluso cuando nosotros pasamos al primer equipo y mantiene mucho interés y sigue mucho lo que sucede allí. Más que nosotros, que también lo seguimos. Y lo vemos con esa preocupación de ver a un equipo que jugó la fase de ascenso y al que ahora ves ahí en esa posición».
Para el que fuera jugador del Dépor, «es complicado señalar los problemas que se puedan haber dado, el porqué de esa situación. Son cuestiones a resolver por el club de manera interna. Se ha cambiado el entrenador y han ido llegando jugadores nuevos. Espero que poco a poco eso vaya ayudando a que el Fabril salga de ahí y se quede en Segunda B, porque eso sería importante para el club».
Una idea sobre el interés de la entidad coruñesa en la que insistió Manjarín: «Supongo que le habrán dado muchas vueltas para intentar poner remedio a esa situación, porque revertirla es bueno para quienes están ahora ahí, pero también para la cantera del Deportivo en general».