La crisis cuestiona el plan del Dépor

TORRE DE MARATHÓN

La amenaza de un fracaso planea sobre Tino Fernández, esta vez con Del Pozo y Natxo González al mando

25 mar 2019 . Actualizado a las 12:20 h.

Pero en lo económico, bien. El latiguillo que se utiliza como ariete irónico contra la gestión de Tino Fernández se ajusta a la crisis actual. El presidente que ha ordenado la mayoría de las parcelas del Deportivo, comenzando por la mostruosa deuda de 160 millones que amenazaba su supervivencia, vuelve a pinchar en el fútbol; y sin fútbol todo lo demás queda en un segundo plano. Un único triunfo en seis partidos en casa, justo en el momento esperado para el arreón hacia los puestos de ascenso directo a Primera, agrava un bache larvado durante los últimos tres meses. Si hubiese que fijar el momento en que el equipo entró en barrena, se podría decir que fue el día de la lotería de Navidad en el Ramón de Carranza, la derrota más sonora del equipo blanquiazul, y retumbó el viernes con un empate en Riazor ante el Almería que dolió en la grada, sobre todo, por la forma como se descompuso el equipo. La crisis comenzó la tarde en la que el entrenador, Natxo González, probó un sistema con tres centrales, y llega hasta la noche en la que renunció a la pelota para insistir en envíos largos, diagonales y centros a ninguna parte. En la cadena de mando entre el presidente y el entrenador figura el tercer eslabón de la crisis, el director deportivo, Carmelo del Pozo. Fue el arquitecto de la oxigenación de un vestuario viciado que pareció resucitar durante el primer tercio de campeonato, pero también el ejecutor de un mercado de invierno que dejó movimientos decepcionantes con las llegadas de Íñigo López, Nahuel y Vítor Silva.

Al presidente, al director deportivo y al entrenador se atribuye en igual medida el ilusionante arranque del equipo, aunque no llegó a asentarse en la zona de ascenso que realmente aspiraba por su condición de tercer club con mayor tope salarial, casi empatado con el Las Palmas y un amplio margen por detrás del Málaga. A ellos tres apunta la crisis.

Si algo ha caracterizado al consejo de administración actual ha sido la inestabilidad en el banquillo. A los primeros problemas o quejas en la grada, ha reaccionado con la destitución del entrenador: sucedió con Víctor Fernández en abril del 2015, con Gaizka Garitano en febrero del 2017, con Pepe Mel en octubre de ese mismo año y con Cristóbal Parralo cuatro meses después. Porque las salidas anticipadas de Fernando Vázquez y Víctor Sánchez del Amo obedecieron, con matices, a sendas pérdidas de confianza más que a los resultados.

Los silbidos afloraron en Riazor a los cinco minutos del partido contra el Almería, aunque los cánticos desde el fondo de Marathón contribuyeron a que las críticas no se propagasen por el resto del estadio.

Por ahora no consta que llegase un ultimátum a Natxo González. Desmentido además por Del Pozo después del tropiezo en casa contra el Las Palmas. Con el vestuario agarrado las últimas semanas al argumento de que los malos resultados le atenazan más en casa, la salida a Oviedo se vuelve fundamental para devolver serenidad al equipo.

Solo un despiste del Granada en su campo puede evitar que el Deportivo se aleje ya hoy a siete puntos del descenso directo. Las eliminatorias sí llevan a Primera, pero en una especie de lotería que solo premia a un equipo entre cuatro aspirantes.

Los erráticos fichajes de enero

Tino Fernández, que canceló el miércoles a última hora su anunciada comparecencia en el campus Mauro Silva, validó los cuestionados fichajes de enero, con el deportivismo pendiente hasta última hora de la firma de un centrocampista llegador que ahora mismo no hay en la plantilla, salvo por la excepción de Expósito, transformado de becario a referente por atrevimiento y calidad.

Después de los movimientos de enero de Carmelo del Pozo, Natxo González no ha dado con la tecla no ya para relanzar, sino siquiera para sostener a un equipo que ha perdido parte de su identidad y su gusto por la posesión de la pelota.

Aunque la clasificación le mantenga con opciones de todo, el propio Natxo González reconoció con sinceridad, después del triste empate del viernes, que su cargo entra en discusión. Ante el Almería apenas 16.000 personas se animaron a visitar Riazor, un síntoma de una triste resignación más que de un hartazgo, pues la grada no se ha vuelto apenas contra el palco, el banquillo o el director deportivo, los tres pilares de la crisis, además de una plantilla cuyo rendimiento se ha desplomado de golpe.