
Tras un cambio de sistema de eficacia fugaz, el conjunto coruñés tiene motivos para regresar a la fórmula del rombo
27 mar 2019 . Actualizado a las 17:40 h.Mallorca ha marcado al Dépor en sus pasos más recientes por Segunda. Hace cinco temporadas fue en Son Moix donde el conjunto que dirigía Fernando Vázquez dio el paso casi definitivo hacia el retorno a la máxima categoría, gracias a una victoria fundamental que le permitió echarse a dormir con siete jornadas de margen (tal fue la relajación que no estuvo lejos de perder el tren del ascenso). Este curso, por el contrario, regresó de la isla derrotado y confuso, y de vuelta en A Coruña Natxo González rehízo el plan. Desdibujó el rombo, animado además por la baja de Krohn-Dehli, sobrevenida entre semana antes de recibir al Albacete, dio alas a los extremos y frescura a un conjunto que respondió a la novedad. Victoria frente al Albacete y luego dos en El Molinón y en los Cármenes. La pista de la caducidad del revulsivo se coló, sin embargo, entre ambas citas a domicilio. El Tenerife controló el juego en Riazor. Como lo haría después el Alcorcón, imponiendo su modelo y haciendo morir el encuentro en el área local, y el Almería, incontenible en su verticalidad. Ambos tropiezos, sumados a la accidental victoria del Las Palmas, han estragado un mes de marzo de aspecto fabuloso, devolviendo al técnico blanquiazul al rincón de pensar. Allí se acumulan los motivos para regresar a la fórmula original.
Una medular disminuida
Ni suman, ni restan. En Mallorca, el balón fue para los visitantes, y el gol, local. A partir de entonces, el Dépor dejó de entretener el cuero para buscar a otro ritmo la portería del adversario. Con esa misión y ante la falta del danés, Expósito se adelantó unos pasos dejando el trivote en cosa de dos.
Las distintas parejas, sin embargo, no han mezclado al nivel suficiente como para consolidarse. Nadie ha exhibido autoridad y criterio para dar salida al cuero y además la segunda línea de los oponentes se planta con más facilidad en las inmediaciones de Dani Giménez.
Extremos sin desborde
Efervescencia con caducidad. De vuelta de Son Moix, Cartabia y Valle fueron clave (más allá de sus goles) para derrotar con claridad al Albacete y sostuvieron su nivel en Gijón. Sin embargo, el argentino ha ido perdiendo fuelle, lastrado por la fatiga muscular, entrando y saliendo del campo pese a su buena voluntad, mientras el berciano ha acabado por retornar a su versión más bregadora que lleva a reclamarlo en posiciones más centradas donde al menos pueda rematar. No hay ya desequilibrio en las esquinas, porque además Quique no se ha hecho al costado, a Pedro le falta desborde, y la huella de Nahuel aún es menor. Todos han actuado a pie cambiado con lo que tampoco sirven como recurso para el centro al área (el detalle se nota especialmente si el punta es Santos, como frente al Almería) mientras taponan las incorporaciones del lateral.
Incorporaciones clave
Vuelve Carlos, aparece Vítor. Entre las virtudes del rombo está la de favorecer el trabajo solidario en zona de remate. A los delanteros del Dépor les conviene la compañía y ni Quique ni Santos podrían encontrar otra mejor que la de Carlos Fernández, recién recuperado para la acción. El andaluz no solo aporta goles y recursos técnicos sino que fija marcas y abre espacios para la aparición de socios en ataque. Su retorno coincide con la (lenta) puesta a punto de Vítor Silva que puede ocupar la desangelada plaza de enganche o erigirse en el portador de la creatividad en el trivote.
Rehabilitación de Didier
Ánimo y ubicuidad. Para barrer hay más opciones. La última, la de Didier. El colombiano, perdido en los experimentos como interior, se ha revelado como un pivote de contención eficaz que no solo abarca muchos metros de césped sino que aporta el brío que escasea en el plantel.
Contraindicaciones de dar el paso en el Tartiere
El rombo está tan pulido que las pruebas de esta semana bien podrían deberse a un intento de despiste si no fuera porque pese a la escasez de refuerzos hay aún algunas piezas que encajar.
Sin Edu ni Krohn-Dehli
Cromos repetidos en el centro del campo. En el cambio de dibujo pesó la baja de Krohn-Dehli, que solo se solventó de manera fugaz (un cuarto de hora frente al Tenerife) antes de reproducirse. Sin el danés, el único jugador distinto era Expósito, que faltará en Oviedo. Bergantiños, Mosquera, Didier... Y hasta Vicente, encajan en un patrón similar, aunque el canario y el segundo de los coruñeses gocen de mayores recursos para la salida de balón en detrimento de su intensidad. Por eso es clave el rendimiento que pueda ofrecer Vítor Silva, quien el viernes pasado confesaba no estar aún para jugar noventa minutos a ritmo sostenido.
Viejos vicios
Un rival poderoso por banda. Si el portugués parte de la medular, el rombo le exigirá sacrificios como el auxilio al lateral. El Oviedo, como el Almería, es un conjunto vertical cuyos extremos (Bárcenas y Berjón) tienen gran impacto en la producción ofensiva. Volverá Caballo para intentar sellar el costado izquierdo y no sería extraño ver a Bóveda en el derecho por la misma razón, pero ambos precisarán de ayudas porque la zaga de tres centrales que dispone Anquela le permite sumar piezas en el carril.
Laterales en mala hora
Ni frecuencia ni precisión. Si finalmente juega Bóveda, subirá menos que Simón a ocupar el espacio que deja la falta de extremos. Se echarán de menos las irrupciones del canario, pero no su escaso acierto al centrar. En la siniestra, los carrileros han experimentado un evidente bajón.