Negro futuro en los posos del Dépor

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández A CORUÑA

TORRE DE MARATHÓN

MARCOS MÍGUEZ

El Rayo Majadahonda impuso su propuesta a la de un equipo sin ritmo, minimizado línea por línea

07 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay pocos libros con más contenido que unos buenos posos del café. Esos restos oscuros en los que se puede leer pasado, presente y futuro, imaginando formas como se hace con las nubes. Natxo González y Dani Giménez, entrenador y capitán, respectivamente, coincidieron ayer en que el Dépor se había consumido hasta el fondo en Riazor, permitiendo adivinar en sus residuos varios males con antecedentes, impacto y repercusiones en el equipo y el club.

El entrenador (octavo en cinco años de mandato de Tino Fernández) hizo autocrítica en sala de prensa pero ya la había hecho en el campo cuando retiró a Edu Expósito y metió a Borja Valle a poblar la divisoria. Mosquera atendía desde la grada, como cuando el Almería visitó A Coruña. Al día siguiente, el centrocampista no se entrenó por unas molestias, aunque Natxo había esgrimido cuestiones técnicas para prescindir de él. Igual que ayer, pese a no contar con sustituto en el banquillo para Didier, ni más especialistas de reemplazo para la medular que Vítor Silva. Insuficiente para disimular el enésimo bloqueo de Vicente ni la sorprendente dimisión de Edu.

Solo la voz del speaker registró el paso por Riazor del exfabrilista, uno de los pocos que se había salvado del bajón general. El otro era Dani Giménez, por donde el equipo se empezó a descoser. Su único error de la temporada en un recorte en el área fue el primer indicio de naufragio. La presión del Rayo y su fórmula para ocupar espacios, primero con tres hombres arriba y después replicando el rombo local, incomodaron la salida de balón hasta tal punto que Duarte solicitó al meta que empezara a sacar en largo. Iriondo propagó los uno contra uno por todo el césped forzando la igualdad de efectivos en las rápidas contras visitantes de las que surgieron los dos goles. Didier, sin auxilio de unos interiores desenchufados e incómodos a pie cambiado ?ni un solo cambio de orientación, ni una conducción en diagonal?, dio para lo que dio, y no encontró tampoco alivio cuando apareció Vítor Silva. El portugués también puso voluntad, pero careció de socios. Solo la técnica de Carlos Fernández permitió romper líneas. Sin Krohn-Dehli ni refuerzos de invierno, las alternativas a las malas tardes de Expósito y la actual versión de Vicente mueren en la inspiración individual.

No hay tampoco mediapunta. Pedro era extremo y Nahuel aún debe demostrar qué es. Desde luego, no un enganche: le falta espacio y le sobra responsabilidad. En banda sumó su despropósito y el de Quique al de un lateral que centra mal y de lejos (Eneko) y otro con mucho menos acierto que voluntad. Drama línea por línea. El futuro pinta mal.