Algún día acertará Tino

TORRE DE MARATHÓN

MARCOS MIGUEZ

09 abr 2019 . Actualizado a las 11:11 h.

José Luis Martí es el noveno entrenador desde que Tino Fernández es el presidente del Deportivo. Y al igual que ha sucedido cada vez que se ha cambiado de inquilino en el banquillo de Riazor, todo el mundo habla muy bien del nuevo a su llegada. «Tiene personalidad». «Posee apetito profesional». «Lee bien los partidos». «Es práctico y sabe ganarse a los jugadores». Todo son virtudes. Todo es parte del folklore de este tipo de situaciones en el fútbol, en las que un técnico es cesado cuando ya la parroquia se ha cansado de él, cuando los resultados le han devorado y cuando la grada dirige sus pañuelos hacia el palco. El que se va es malo y el que viene, es bueno. Bien por la novedad, bien por la necesidad, casi siempre se recibe con cierto optimismo la llegada del nuevo jefe del vestuario. Las aficiones fieles suelen necesitar poco para dar mucho, como sucede con la blanquiazul

En el caso de la llegada de Martí y al margen de los comentarios, lo cierto es que estamos ante un melón sin abrir. Apenas tiene trayectoria como entrenador y es muy difícil, por tanto, juzgar a un adiestrador que solo ha dirigido un equipo en toda su carrera. La realidad es que podemos decir muchas cosas sobre él, ser educados y recibirle con los brazos abiertos, pero no tenemos ni idea de sus capacidades.

Vamos, que es muy aventurado decir que por fin, a la novena, Tino Fernández ha acertado con su técnico.

Pero también es cierto que es difícil que uno no salga bueno, porque en esto del fútbol, aunque no lo son todo, las estadísticas también funcionan. Y a base de llegar entrenadores, alguno habrá que, por fin, triunfe en A Coruña. Martí es el noveno míster de la era Tino y ya se ha instalado entre el deportivismo que es precisamente ahí, sobre el césped, donde el presidente no acierta. Tan aplicado y efectivo como ha sido en lo económico, en lo deportivo no da pie con bola. Así se entiende que, al ritmo que lleva, cuando cumpla su segundo mandato podría haber triturado ya unos quince entrenadores. O quizá no y por fin, a la novena, el presidente haya acertado. Y entonces habrá que reconocerlo, igual que ahora hay que decir que en esto, ha sido un desastre.