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Más allá del nivel mostrado por el equipo, el primer partido del play-off deja dos nombres propios y una filosofía de vida: Fede Cartabia, Borja Valle y las cuatro haches.
Después de una temporada dura, tanto en lo físico como en lo personal, el argentino apareció cuando más falta hacía: primero para meter al Dépor en la lucha por el ascenso y marcar el ritmo de esta primera eliminatoria. Cuando este futbolista está bien es un escándalo. Dio dos centros, que fueron dos goles (el segundo posiblemente hubiera entrado aunque Carlos Fernández no hubiera cabeceado), peleó, se entendió con los compañeros y, por si fuera poco, se pegó un esprint en la primera parte en el que ridiculizó a un Keidi Baré que tuvo que agarrarlo para evitar que se plantara solo ante Munir.
El otro nombre propio es el de Borja Valle. El berciano puede estar más menos acertado, pero lleva a la máxima su creencia en las cuatro haches y que, probablemente sin ellas, ayer no hubiera cerrado la cuenta blanquiazul.
«Rodrigo [Fernández Lovelle, su agente] me enseñó que lo más importante era no olvidarse nunca de las cuatro haches: humildad, honradez, honestidad y, sobre todo, hambre», explicaba hace años el delantero en una entrevista. Frente al Málaga él capitaneó un grupo que fue humilde ante el adversario, jugó el partido con honradez y honestidad en el esfuerzo y, sobre todo, tuvo hambre. Mucha hambre. La que debe conducirlo a Primera.