Colapso absoluto de un Dépor perdido sin su capitán y superado a partir de la medular
24 jun 2019 . Actualizado a las 18:14 h.Cuando Idrissu Baba dejó Ghana, llegó primero a Madrid. Probó en las categorías inferiores del Leganés y desde el cinturón de la capital saltó a Mallorca para debutar de bermellón en el 2015, durante la espectacular goleada (7-1) al Penya menorquín. El curso pasado lo completó a préstamo en Barakaldo, y hasta el primer partido de esta temporada no había pisado el césped de Son Moix. Este domingo, lo machacó.
Entre la hierba aplastó también a un Dépor rendido al último capricho del destino en una temporada de difícil digestión. Pedraza se fue al suelo, pie en alto, y anuló de un solo golpe a los dos centrocampistas de contención de los finalistas del play-off. Martí recurrió al veterano Vicente, y el Vicente que entrena al Mallorca eligió a un chico del filial con el que apenas había contado durante el tramo más duro de la competición. Un solo partido en el once -el último de la fase regular, ya con las migajas en juego- de los trece que colocaron a su equipo a dos goles de Primera. En el catorce, desgració a un adversario sin sostén.
Perdido Bergantiños, el Dépor entregó la medular. Quiso fingir llenando el campo de presuntos futbolistas de ataque, pero para ejercer de delantero no basta con el cartel. Hacían falta balones más allá de la medular y estos apenas rebasaron el entorno del área blanquiazul. Se obcecaron los locales con el costado izquierdo, como en la ida, pero esta vez contaban con la ventaja del dos para dos. Nadie acudía en auxilio de Pedro y Bóveda cuando encaraban Lago Junior y Estupiñán. Si alguien se sumaba a la banda era Salva Sevilla, suelto para asociarse y construir.
Se podría señalar al nuevo centrocampista por su incapacidad manifiesta para moverse hacia los márgenes del campo, pero fue en el banquillo donde sobró el tiempo para rectificar. En el anterior punto de inflexión de las eliminatorias, Martí tardó dos goles en cambiar de banda a Pedro cuando era evidente que Ontiveros jugaba sin correa; tres cuartos de hora en colocar a Fede Cartabia encima de un solitario Keidi Bare. Esta vez le dieron el doble de tiempo, e incluso una excusa, cuando Nahuel, inválido para el fútbol combinativo, apoyó mal y se rompió. Eligió mantener la apuesta pese a que todo Son Moix, en el césped y en la grada, había leído el farol.
Con Carlos no hubo más balón para los coruñeses, porque todo el que alcanzaba el campo local moría a pies del tren. Entre Baba y los centrales de casa quedaba emparedada cualquier opción blanquiazul. Los mediocentros visitantes se movían demasiado lejos para alcanzar los rechaces y demasiado lento para frenar el rebato mallorquín.
En ese espacio que discurre de área a área, el que iba a marcar diferencias, ha anidado el mal de esta temporada perdida. Sin Expósito, no hay quien encienda la luz; sin Bergantiños, nadie apaga la del rival. Limitado en sus recursos, el Dépor fue trampeando hasta destrozarlo todo en Son Moix; víctima de una ilusión.