El club de la lucha de Juan Antonio Anquela

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández A CORUÑA

TORRE DE MARATHÓN

ANGEL MANSO

Técnico y jugadores del Dépor se resisten a hablar del modelo de juego, todavía verde en su construcción

02 ago 2019 . Actualizado a las 09:46 h.

La primera norma del modelo de Anquela es que nadie habla del modelo de Anquela. Lo deslizó el propio técnico en su segunda comparecencia. A esas alturas, la confianza ya le permitía jugar al juego de los personajes con la prensa, pero aún no tenía claro si prefería ser Brad Pit o Groucho Marx. «Quiero un equipo que sea fiel a su estilo. El estilo todavía no lo sabemos», proclamó en voz baja, como proclama todo cuando no está sentando en el banquillo. Aquello, lógicamente, despertó la curiosidad y desató un ejercicio de observación y escucha. Se trata de, siguiendo entrenamientos y partidos y forzando a hablar a los jugadores, adivinar qué va a aportarle al fútbol el Dépor de finales del 19 y principios del 20.

Ayer se produjo un nuevo intento. Le tocó a Pedro Sánchez el turno de portavoz.

-¿Qué destacaría de lo que les pide Anquela; de lo que les está proponiendo?

-Tiene sus ideas y nos las está transmitiendo (...) El grupo está cogiendo sus ideas, que son diferentes a las del año pasado.

-¿Ya tienen claro cuál va a ser el estilo? ¿A qué va a jugar el Dépor?

-Sí. Más o menos ya lo sabemos.

-¿Y cuál va a ser?

-Bueno, son armas que nosotros tenemos y esperemos probarlas durante el año.

Hasta ahí, Pedro Sánchez en el papel de Edward Norton, álter ego de su entrenador.

La fase de observación no ha resultado mucho más concluyente. En los tres cuartos de hora de alta exigencia, frente al Tenerife en Pasarón, el Deportivo solo esbozó de inicio una presión alta que se fue diluyendo hasta el repliegue en el que se enrocó forzado por el rival. El adversario dinamitó también las opciones de pase corto desde portería, donde Koke, sobrado de reflejos, no exhibió los registros de Dani Giménez con el pie. Tampoco Lampropoulos se reveló como un virtuoso en la iniciación. Arriba, parece que habrá enganche si es que se encuentra uno. El miércoles Vicente demostró que no es su plaza salvo para pelear envíos por alto. En punta, Koné exige jugar de cara y balones al espacio. Verticalidad total.

Lo más esclarecedor ha salido del laboratorio. En Abegondo, Anquela ha ensayado varias veces un once contra cero -o diez contra uno, con el portero en la doble función de final y principio del ejercicio-, deteniéndose a explicar a sus jugadores cada movimiento sin rival. En esas tareas, lo usual es el 4-2-3-1 con Bergantiños y Gaku como eje de la acción, constantes incorporaciones de los laterales, y transiciones a toda velocidad. El Dépor de las pruebas no entretiene la pelota.

Cada rutina se repite durante minutos mientras el míster mezcla correcciones y gritos de felicitación. Siempre parece quedar satisfecho, pero tampoco hay manera de contrastarlo porque en su retirada toma un camino distinto al del resto del plantel. Quizá en esa parte alejada del vestuario se esté cocinando jabón.