
La temporada del bajón empieza con una plantilla apañada. El club ya no puede tirar de talonario en Segunda División y tampoco pinta mal el grupo de jugadores que reunió a última hora. Así encara el Deportivo un año en el que los números le sitúan al frente del pelotón de la clase media. Con 14 millones menos que el curso pasado, el verano evitó esperpentos como los de los clubes que le acompañaron en la caída al pozo de Segunda, Las Palmas y Málaga, incapaces de poder inscribir en un principio a sus plantillas completas por incumplir el tope salarial. Obligado a vender primero para cuadrar sus números, ejecutó las ventas impopulares pero necesarias de Edu Expósito y Quique González, fue colocando con distintas estrategias a los jugadores con los salarios más caros -Rolan, Cartabia, Mosquera y Juanfran- y alternó contrataciones incontestables como las de Aketxe y Koné con incógnitas como Lampropoulos y sorpresas como la de Luis Ruiz, que estaba sin equipo después de salir descartado del Lugo.
En la época reciente, el Deportivo suele entrar por los ojos de su entorno en otoño, zozobrar en invierno y estrellarse en primavera. Tantas ganas hay de agarrarse a algo bueno, que la hipérbole acompaña las pretemporadas y las primeras jornadas desde hace demasiado tiempo, con expectativas que luego jamás se cumplen. Un problema de rendimiento, se solía escuchar como coartada.
Así que esta vez, y más aún después de los fiascos en El Alcoraz y Vallecas, cuesta imaginar un Deportivo incontestable. Pero es que, en realidad, el club está ahora tristemente abocado a lo que sucedió en el cierre del mercado de fichajes: negociaciones al límite y cesiones de chavales muy prometedores como los del Atlético. El verano deja la sensación de un par de chapuzas finales que no aclara la saludable comparecencia de Carmelo del Pozo para dar una cierta transparencia a los porqués de los movimientos. Chirría que se forzase la marcha de Caballo, un lateral solvente que finalizó su formación en la cantera blanquiazul, un paso en falso en la pretendida reinvención a partir de los chavales de Abegondo. Y también queda la duda de qué puede ofrecer Beto da Silva para reforzar un puesto donde no había ninguna necesidad.
Una plantilla apañada. Y ya se verá.