Bendito VAR que, del mismo modo que una semana antes había impedido el Dépor sumar un punto, esta se lo devolvió. El mismo que en la primera jornada permitió a Koné celebrar un gol que, a la postre, significaría la victoria.
El VAR fue justo en Gijón con un Dépor que probablemente no hizo méritos suficientes para ganar. Pero que se encontró en El Molinón con un rival que tampoco los hizo. Por eso, la igualada puede darse por buena.
Un reparto de puntos que, siendo fuera de casa y llegando en el tiempo añadido, puede incluso saber a victoria. Porque viendo cómo la cuarta derrota estaba a punto de subir al casillero del Dépor, con solo cinco jornadas disputadas, la situación comenzaba a tornarse dramática.
La Segunda inicia una semana de doble jornada. Visita Riazor un Numancia que viene de derrotar al Huesca y el Dépor viaja al campo de un Cádiz, líder, que cuenta sus partidos por victorias. Y, aunque solo sea un punto, no es lo mismo afrontar este doble compromiso con ese refuerzo que sin él.
El de Aketxe —si defendiera y tuviera la misma continuidad en el juego que golpeo de balón estaría en un Primera de parte alta— fue un gol para la esperanza. Pero una esperanza peligrosa, pues este Dépor está todavía lejos, muy lejos, de ser un equipo fiable que luche por el ascenso, único objetivo permitido.
Hay esperanza porque, haciendo las cosas tan mal como se han hecho en estos últimos partidos, solo el Huesca fue absolutamente superior durante los noventa minutos. El Rayo se vio sometido durante algunos instantes, el Albacete fue inferior a los blanquiazules y el Sporting se encontró con un gol de inicio que le permitió jugar con el viento a favor.
Hay esperanza porque tres de los futbolistas que deberían formar la columna vertebral de Anquela todavía no han aparecido. Somma se lesionó en el primer partido, una apendicitis ha impedido debutar a Nolaskoain y Longo está todavía por descubrir tras los pocos minutos jugados antes de lesionarse.
Hay esperanza, sí. Otra cosa es confianza. Esa todavía no la ofrece.