Las turbulencias en el club dan un respiro a Luis César y aligeran el peso en el terreno deportivo, lo que el curso pasado coincidió con una reacción clave
11 dic 2019 . Actualizado a las 11:29 h.«Intentamos aislarnos». A Mollejo le pilló a pie cambiado la despedida del consejo y salió del apuro recuperando los clásicos de las escasas ruedas de prensa en las que el equipo y el club han coincidido. El plantel del Deportivo empieza a ser experto en disociar ambas realidades, por la cuenta que le tiene. Aunque cada curso trae hasta A Coruña más de una decena de nuevos futbolistas para vestir de blanquiazul, la dinámica se ha sostenido idéntica antes incluso del verano del 2013; cuando los jugadores proclamaban ser ajenos a los sucesos de la entidad para después pedir fuera de micro cualquier noticia acerca de su posible desaparición, ponerse en huelga y denunciar el impago de salarios.
Liquidada en enero del 14 la época del (no) pagaré, la calma que llegó a las cuentas corrientes de la plantilla fue incapaz de subir hasta el palco y la convulsión ha resucitado varias veces desde entonces en la plaza de Pontevedra y la sala de prensa de Abegondo. El mensaje en la ciudad deportiva no varía, lo pronuncie un veterano como Laure o un novato como Mollejo. El grupo defiende ser inmune, pero la evidencia desmiente que la convulsión le resbale; aunque la permeabilidad tenga efectos tan positivos como los del curso pasado.
Entonces, nueve partidos sin ganar dieron con el tope de Tino Fernández, quien el 22 de abril anunció que se iba. El equipo (ya de Martí) acababa de caer en casa frente al Extremadura de Manu Mosquera y se alejaba a cuatro puntos de la promoción de ascenso. A partir del anuncio de la dimisión el foco se trasladó y mientras buscaba candidatos al relevo se produjo una reacción sobre el césped.
Las cinco jornadas que coincidieron con el vacío de poder se resolvieron con tres victorias coruñesas (en Soria, Zaragoza y por fin en Riazor frente al Mallorca), un empate en el Carranza y una derrota en Lugo.
Cuando Zas asumió el cargo, el 28 de mayo, el equipo había dado ya alcance al que marcaba la línea para pelear por el ascenso. La rebasaría por cuenta ajena, gracias a la sorprendente victoria del Extremadura en su visita al Cádiz, desplomado en el tramo decisivo. La turbulencia institucional jugó a favor de la plantilla blanquiazul, capaz después de batir al Málaga y obtener ventaja clara en la ida de la final por el pase a Primera. El resto de la eliminatoria es historia negra que se propaga hasta hoy, recién abierto un nuevo tramo de desgobierno físico.
El parón navideño aligerará la carga de partidos, pero no cambiará el reto ya afrontado entre abril y mayo. Si acaso, el de ahora es infinitamente más importante, con nuevo riesgo de desaparición en ciernes. Si el Deportivo que abandonó Tino enlazaba nueve duelos sin triunfo, el que abandona Zas acumula el doble, y también son el doble los puntos que lo separan del objetivo. La permanencia, en este caso.
Las citas ligueras van del Toralín a Los Pajaritos —la nueva interinidad del consejo concluirá donde empezó la anterior—, con alto en casa para recibir al Tenerife. Tres encuentros que vuelven a ser clave para amagar al menos con la reacción y a los que habrá que sumar el inoportuno choque copero, coincidiendo con la junta del martes que viene.
La situación institucional condicionará la toma de decisiones acerca de la parcela deportiva, lo que seguramente dará un respiro a Luis César, muy cuestionado tras empeorar los números de Anquela. El arousano dispondrá salvo debacle de tres bolas extra para recuperar algo de crédito y una mínima esperanza en el milagro de la resurrección del Dépor. Fichajes y salidas también permanecerán en el aire en un momento crítico, ya que si la renovación se aplaza al 13 de enero, el consejo entrante se encontrará con medio mercado consumido.