El fútbol sin aficionados y la facilitación social
TORRE DE MARATHÓN
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Si realizamos un sencillo análisis estadístico del fútbol jugado antes de la pandemia comprobamos, como todo buen aficionado conoce, que se producen más victorias como equipo local que como visitante, en la Primera División española un 48% de victorias locales por un 22% de visitantes. En la Segunda División, quizás por la mayor igualdad entre el nivel de los equipos, la diferencia no es tan acusada, un 39% de victorias locales respecto a un 24% de visitantes. En muchas ocasiones, los investigadores han buscado la explicación a este fenómeno, justificándolo en la presencia y apoyo de las aficiones locales y en la adaptación al escenario del juego.
Tomando ahora como referencia la Bundesliga, la única de las cinco grandes ligas europeas ya en marcha, encontramos un dato llamativo respecto a esa ventaja de jugar en casa. En la liga alemana antes del parón por el coronavirus, igual que en cualquier otra gran liga, en los 225 partidos jugados las victorias locales suponían un 43% frente al 35% de las visitantes. Ahora comprobamos como en los 45 partidos jugados tras la reanudación del campeonato hasta el viernes, las victorias locales se han quedado en un exiguo 22% respecto a un 42% de visitantes. Si nos fijamos en otro sencillo dato que cualquiera puede comprobar, el número de goles marcados por los equipos locales antes del parón supusieron el 55% de los 711 totales, mientras que una vez reiniciada la liga ese porcentaje disminuye al 43%.
Siendo conscientes de que la normalidad de los resultados estadísticos citados se puede ver modificada con el paso del tiempo por la acumulación de partidos —la ley de los pequeños números de la que hace años nos advirtió el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman puede distorsionar los análisis—, parece que los equipos que juegan en casa deben prestar atención a este hecho.
Los equipos locales siguen jugando en sus estadios, en su entorno conocido, sin abandonar su ecosistema habitual. Entonces el único y gran cambio es jugar sin el público, pero ¿cómo se explica entonces la influencia del mismo?
El psicólogo americano Robert Zajonc parece darnos una explicación a este fenómeno, que ya en 1924 Allport acuñó como facilitación social y que viene a designar de forma genérica, cómo la actividad de un individuo o equipo se ve aumentada o impulsada por la presencia de espectadores cuando, en este caso el deportista, domina perfectamente sus habilidades. El futbolista al saberse evaluado aumenta su atención y motivación para hacer las cosas bien, lo que le llevará a esforzarse en mayor medida para agradar a sus espectadores, es decir, nos preocupa cómo pueden juzgarnos los que nos conocen. Este efecto no ocurre de la misma manera en los equipos visitantes. Estos no están en la misma medida expuestos a esta evaluación del espectador, en este caso indiferente u hostil a su actuación, e incluso pueden llegar a ver mermado su rendimiento por distracción física y cognitiva provocado por la cantidad de nuevos estímulos y que afecta a la atención a la tarea.
Por los datos en la liga alemana parece que la ausencia de espectadores provoca o el descenso del rendimiento del equipo local o el aumento de los visitantes, o tal vez ambos, y a los aficionados en casa nos animará a marcar en la quiniela muchos X-2.
Toni Ardá e Iyán Baragaño son miembros del Grupo de Investigación AGR de la UDC