
Primero, los hechos: si la liga se parase hoy, el Deportivo no jugaría ni el play off de ascenso. Estaría fuera de los 16 equipos -¡16!- que jugarían las eliminatorias para subir a Segunda A. Ahora, la opinión: ni cuando iba líder ni ahora que la pelota ni se acercaba a la portería contraria, el equipo de Fernando Vázquez ha transmitido nada. Con el presupuesto y la plantilla más lujosas de la categoría, el Dépor ha dado bastante pena y no había ni un motivo para pensar que su imagen y sus resultados fuesen a mejorar. Hasta aquí, la destitución del entrenador que motivó la reacción la temporada pasada y fue incapaz de manejar un grande entre humildes. Un relevo lógico.
A partir de ahí, la reflexión alrededor del Deportivo, después de años dilapidando proyectos, debe ir más allá. Incluso cuando el relevo en el banquillo sea tan inteligente como el que se perfila con Rubén de la Barrera: coruñés, deportivista, conocedor de la categoría y dispuesto a tomar las riendas de una plantilla en un estado de atonía más que preocupante.
Algo más que el entrenador falla en un club que los dilapida cada pocos meses, un ritmo que con Tino Fernández alcanzó el del peor pistolero Jesús Gil. El relevo en el banquillo forma parte del ritual, pero debe empujar al consejo de administración de Fernando Vidal -al que le tocó lidiar con una crisis deportiva, económica y social delicadísima ya antes de que llegase la pandemia- a una reflexión más profunda. Con el impagable respaldo de Abanca en una época de vacas flaquísimas, le cuesta armar un equipo hasta en Segunda B. El clima que envuelve a la plantilla, aislada con frecuencia de su entorno con tics de equipo de Champions, tampoco ayuda a que unos jugadores incapaces de puntuar ni contra el Celta B ni contra el Zamora interioricen lo que son. Los responsables de espectáculos tan soporíferos como el del domingo, como el de casi todos los domingos.
Por eso el relevo en el banquillo debe servir para algo más que para cambiar un cromo y ganar tiempo, sino que debe permitir que un proyecto verdadero arraigue y permita empezar a construir al club desde las ruinas.