Lucho García planta su mano en la historia del Deportivo

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

La enorme parada del meta colombiano sirvió al conjunto blanquiazul para vencer un encuentro trascendental

08 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando todo esto acabe, si le alcanzan las horas de vuelo, cruzará de vuelta el Atlántico y defenderá tres palos del Metropolitano Roberto Meléndez, a pocos kilómetros de la casa que abandonó antes de cumplir los tres. Luis Alberto y Lubys María subieron al crío al avión y se lo llevaron a Móstoles, «en busca de una vida mejor». Pintor de brocha gorda y limpiadora; esforzados coautores del último salvador blanquiazul.

Les salió portero por una cuestión genética. La mezcla dio un muchacho alto al que siempre encargaban proteger la red. No ambicionó otro puesto en el campo. Nunca le tentó hacer gol. La portería acoge a los seres más extraños del fútbol; gente que viste distinto, que se encomienda a sus manos y no a sus pies. Aunque fueron los pies de Lucho los que le acercaron a la titularidad en su nuevo club. Trece jornadas a la sombra de Abad hasta que el entrenador quiso darle un mejor trato al balón. «Nos insiste en participar en el inicio de juego y a mí me transmite confianza para poder ayudar ahí», desvelaba el meta colombiano para confesar enseguida que debe su éxito a un método de aproximación: «La clave ahí está en la toma de decisiones, más que en la precisión. Si tú eliges bien la zona hacia la que jugar, porque hay más compañeros, por ejemplo, aunque la precisión no sea total tendrás más posibilidades de ganar la pelota. Mi experiencia me dice que es la toma de decisiones lo que te acerca a tener un buen juego con los pies».

Ante el Pontevedra buscó varias veces el bulto y siempre estuvo razonablemente cerca de acertar. Pequeños triunfos de los que ir tirando para enmascarar el mayor lunar de su actuación: ese ligero temblor de piernas como respuesta a cada centro lateral. A la agitación que invade el área frente a saques de esquina y faltas botadas desde los costados les sumó un manoteo al aire y varios puñetazos al cuero para apartarlo de la zona de remate. Un método poco tranquilizador de ir tirando; de ganar tiempo hacia el final de esta nueva edición del duelo más importante en la historia reciente del conjunto coruñés.

Suficiente mientras cundió la idea del míster, con Derik reforzando el muro de Granero, y Bergantiños multiplicándose para propagar a la zaga la superioridad de la medular. Hasta que el nuevo central dijo basta y el mejor defensa de la categoría recuperó su plaza, dotando al Dépor de más recursos para contener lejos de portería justo cuando el oponente obligaba a recular.

En el último esfuerzo visitante para no perder de vista al anfitrión apareció Lucho García después de que apareciera Adrián Cruz. Bajó con los guantes a ras de césped y marcó el tanto más importante de los que ha anotado este curso un futbolista blanquiazul. Este quiere volver a casa y retirarse en el Junior de Barranquilla. Estrenarse además con la selección mayor. Antes habrá plantado la huella de su manopla en la historia del equipo con el que «flipaba» de crío, siguiendo junto a su padre gestas que empezaron con goles como el que salvó en Riazor.