Aguirre, pieza importante en los planes del técnico del Dépor, no estará ante el Celta B y deja como único lateral izquierdo a un Héctor Hernández hipermotivado
26 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Guille Bueno desapareció sin esperar una ocasión como la del domingo. El zurdo vigués hizo la maleta por sorpresa y se largó a Alemania levantando polvareda en el Dépor, tocado al mismo tiempo en su filial y en el primer equipo. El lateral entrenaba en el Fabril porque el club blanquiazul detectó un cambio de humor unido al cambio de agente: pasó de la alegría por la oferta de renovación al rechazo repentino a seguir en A Coruña. De no haberse enrolado en el Borussia Dortmund, en una operación que aún se trata de sabotear en los despachos, Borja Jiménez tendría otro fabrilista con el que medir su cantera a la celeste. Si Trilli será quien ocupe el carril derecho en el estreno de la Primera Federación en Riazor, el izquierdo habría sido para Guille o para Héctor Hernández.
Diego Aguirre, principal candidato a la plaza tras una pretemporada en la que ha respondido a las expectativas, no será opción por culpa una lesión muscular en los isquiotibiales. Como de costumbre, el comunicado del Deportivo escatima en detalles, pero sí establece que el futbolista incorporado desde el Numancia «estará unos días con tratamiento médico y de fisioterapia y, en función de su evolución, pasará a la fase de readaptación física». No llega para el duelo con el equipo b del Celta.
Es la primera baja segura para su entrenador, más allá de la de Jorge Valín, ausente en las sesiones de trabajo desde que arrancó la fase preparatoria. Juergen y Trilli volvieron a ejercitarse con normalidad en Abegondo y Pablo Brea, otro de los tocados, ya tuvo minutos en los últimos amistosos.
Sin canterano del que tirar como alternativa ni posibilidad de reconversión sencilla —como puede hacer con Lapeña en el costado opuesto—, al míster le queda confiar en la restablecida salud de Héctor, a quien los percances físicos privaron de continuidad el curso pasado.
El futbolista vallisoletano ha dado al menos motivos para el optimismo. Dejó una prueba de su compromiso aceptando una renovación de contrato que incluía reducción salarial, ligándose al conjunto blanquiazul hasta el verano del 2023. Además, ha disparado su implicación hasta el punto de postularse como uno de los próximos capitanes dentro de la redistribución de pesos en el vestuario. Caseta en la que el lateral está destacando como experimentado guía de los más jóvenes —Gandoy ha tenido en él un apoyo importante— y constante animador de las jornadas en Abegondo. El domingo podrá exportar a Riazor esa alegría.