El jovencísimo lateral del Dépor se ha ganado a su entrenador y la atención del adversario, erigido en gran baza ofensiva y forzado a jugar sin descanso por la baja de Víctor García
20 feb 2022 . Actualizado a las 11:00 h.Hay expresiones que el Dépor reserva para momentos de crisis. Botones rojos del argumentario que conectan con la testosterona del hincha, predispuesto a reengancharse a la ilusión en cuanto le dan medio motivo. Del esperpéntico caso Fuenlabrada, cerrado con el descenso desde Segunda, quedó el partido por la honrilla propia y el escarnio ajeno, al que los futbolistas acudieron desde variados destinos vacacionales, cambiando las chanclas por botas de tacos. Entonces se repitió aquel «los tenemos más gordos» que Borja Valle convirtió en santo y seña del uno contra todos que encarriló la afiliación masiva sin necesidad de campaña de abonados. A eso supo por un momento la rueda de prensa con la que otro Borja (Jiménez) explicó la tercera en la frente del líder. Desmenuzados con calma los detalles del golpe, el técnico blanquiazul solo se encendió un par de veces ante los medios: para darle el pésame a la hinchada y para poner en valor lo más aprovechable del pequeño naufragio. «Ha hecho muy buen partido. Ha jugado con molestias; bastantes. Pero tiene los huevos muy gordos», sostuvo poniéndole sujeto al tamaño que Valle había dejado en el aire hace año y medio.
Honraba el míster por la tremenda el despliegue de Álvaro Pérez Campo. «En el tema de Trilli... Es que Trilli es muy bueno. Qué voy a decir yo de él», se preguntaba el entrenador que ha abierto para el chaval el carril derecho del Deportivo. La pregunta era solo una invitación al recuento: «Es muy bueno, es un chico que está creciendo mucho y al final son 18 añitos y le estarán pasando cosas que no pensaba que le iban a pasar nunca. De repente, le pasan ahora todas seguidas. Entonces... Trilli con el fútbol hará lo que quiera hacer; porque es muy bueno». Bonísimo el de Ortigueira.
Tanto que siendo lateral y estrenando categoría, aún en edad juvenil, condicionó el planteamiento del aspirante a líder. «Había que controlar sus envíos desde la banda, sobre todo por el lado derecho. La fortuna era defenderlos bien y ahí, cuando hemos ajustado en las llegadas de Trilli, Parera y los centrales han estado muy finos», reflexionó Guillermo Fernández Romo en la sala de prensa del estadio. Acababa de consumirse el duelo y el técnico del Racing de Santander solo incluyó dos nombres propios en el repaso a las armas del adversario. William por la izquierda y el trillizo por su costado.
Allí empezó interviniendo mal —debutó en el duelo con un pobre control de espuela que generó un córner en contra— para afinarse pasado el cuarto de hora. En el minuto 17, recortó y sirvió con la zurda un balón a Miku, pero Bobadilla adelantó su pie al del venezolano en el primer palo. El ariete caraqueño fue destino predilecto de los centros del carrilero, siempre a ras de suelo, tratando de evitar la concentración de torres cántabras. El más preciso, desenlace de una carrera tras cambio de orientación de Juergen, encontró al 7 en el punto de penalti, pero el receptor se hizo un lío al matar el cuero.
La jugada fue parte del acoso sin premio (ni disparos a puerta) que el Deportivo ofreció tras el descanso. Sin obligaciones defensivas por el acantonamiento visitante, Trilli percutió constantemente por su banda, pese a la irregular mezcla con Álvaro Rey. Nada más volver de vestuarios, llegó a chutar tras pisar área, aunque la bola se perdió desviada por Satrústegui. Inició incluso la acción que William concluyó en el palo, con una conducción hacia dentro que atrajo marcas y liberó a Juergen, posterior asistente del brasileño. El despliegue acabó fundiendo al futbolista, huérfano de Víctor García para el relevo. «Tiene molestias de golpes del partido, de semanas anteriores... —recapituló al final de la cita Borja Jiménez— Un poco de todo». Y más grande.