Lapeña asoma entre la espesura

TORRE DE MARATHÓN

Adrián Lapeña celebra el gol anotado ante el Calahorra
Adrián Lapeña celebra el gol anotado ante el Calahorra César Quian

El gol del central saca al Deportivo del bache de resultados en el partido menos lúcido

21 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Acaba rematando con el pie, pero Lapeña mete el gol con la cabeza. Antes de enviar el balón a la red, el central hace memoria y echa cuentas. «Es una jugada que veníamos ensayando; la de las faltas al segundo palo», explicó más tarde a los medios. Recordó el cómo y encontró por dónde. «Le digo a Jaime que estiremos la línea para abrirles», profundizó, traduciendo en palabras una imagen. La de la frontal del Calahorra abarrotada y la de una superioridad ficticia. Del final de la media luna al vértice del área grande, tres locales y cuatro visitantes. Miku fija a los dos más próximos y, a la espalda del venezolano, un par de zagueros blanquiazules juegan al despiste. Demasiado lejos de la zona de peligro.

Por eso cuando Aguirre arranca para ejecutar el lanzamiento de falta, en la zona más distante al golpeo hay un futbolista en problemas. Eneko Zabaleta tiene que decidir entre seguir a Lapeña o seguir a Jaime. Primero se queda a medias y después opta por el andaluz, esperando que Jesús Álvarez le eche el lazo al riojano. Sin embargo, el defensa del Deportivo ha leído bien la acción y ahora la ve venir de frente. Sorprende a espaldas de su marcador y tiene tiempo incluso de pifiar el primer intento. El balón le queda muerto para negar a su entrenador por segunda vez en lo que va de campaña.

«Le dedicamos tiempo, pero no es uno de nuestros fuertes. Si sufres a balón parado porque tienes jugadores pequeños, lo normal es que no lo ataques bien tampoco», había declarado el técnico tras ver morir sin premio ante el Racing de Santander varias acciones de estrategia. No cuenta Borja Jiménez con el central más alto de la categoría —tiene algún candidato guardado en el banquillo—; dispone a cambio de uno de los más espabilados. Llegó al club después de una campaña discreta en Castellón, relegado incluso a la plaza de lateral derecho, y lleva desde la jornada uno afincado en el eje de la zaga coruñesa.

En la dos, cuando no había manera de encontrar portería en Tudela, ya enseñó el camino a los tres puntos en citas espesas. Aquel día estaba Juergen, pero ni así fluyó el juego. El colombiano puso al menos la pelota buena para que la cabeceara Lapeña. Fue en una falta a idéntica altura que la botada por Aguirre frente al Calahorra, con Jaime atrayendo también rivales hacia fuera. El rematador siguió el mismo camino para ganarle al adversario (Alain) la zona de impacto y desequilibrar el encuentro.

El curso estaba recién estrenado. La gran diferencia entre ambas escenas es la urgencia. «Hemos estado imprecisos por esas ganas de solventar rápido el partido», admitía esta vez el goleador en zona mixta. «Es un cambio de dinámica mentalmente. Vienes de perder tres partidos haciendo las cosas bien y faltaba efectividad en las áreas. Salimos de un bache malo, es un pasito adelante», celebraba, dando esta vez la razón a su técnico. «Se han liberado un poquito con el gol, solo hace falta ver las celebraciones», reconocía Borja, convencido de que «cuando las cosas no te van bien, en cualquier ámbito de la vida, te vas haciendo más pequeño».

Se creció Adrián Lapeña, alineado de milagro. «Tenemos jugadores con molestias, que les duele, que juegan infiltrados. Adri se ha hecho daño en el psoas», desveló el míster. «Valoramos la posibilidad de que descansara», confesó. Forzó, finalmente. Saltó al campo y encontró la manera.