Rubén de la Barrera: «Afrontaremos un ambiente como cuando el Dépor recibía a los tiburones de la Champions»

TORRE DE MARATHÓN

Rubén de la Barrera, durante un partido de la temporada pasada, cuando dirigía al Deportivo
Rubén de la Barrera, durante un partido de la temporada pasada, cuando dirigía al Deportivo CESAR QUIAN

El entrenador del Albacete valora la elección de sede para el partido definitivo: «No soy de llorar, vamos a Riazor a ascender»

07 jun 2022 . Actualizado a las 16:12 h.

Solo han pasado unas horas desde que el Albacete se colara en la final por una plaza en Segunda. Su entrenador, Rubén de la Barrera (A Coruña, 1985), concede esta entrevista para valorar la próxima cita con un Dépor al que habría preferido no medirse.

 —Desde que arrancó la temporada dejó claro que lo único que deseaba era evitar al Deportivo. Ahora se va a jugar con él el ascenso, y probablemente será en Riazor.

—Yo quería que los dos equipos ascendieran sin necesidad de enfrentarse, pero el fútbol te pone delante de un escenario que consideras tu estadio y de un equipo que consideras tuyo; al que tengo claro que volveré, que la pelota me acercará de nuevo a Riazor en el futuro. Ahora voy a jugar allí una final, contra un buen equipo arropado por su gente. Soy profesional y estoy completamente concienciado de hacer el mejor partido para lograr la victoria.

—Llegan aquí por el inesperado pinchazo contra el Costa Brava en la última jornada de la fase regular.

—Nuestro grupo fue durísimo, una disputa titánica hasta el final. Tuvimos opción de ganar la liga hasta la penúltima jornada. A lo largo de la temporada nos ha pasado de todo, desde muy buenos rendimientos a situaciones complicadas fuera de casa; hemos tenido dos episodios de rotura de ligamento cruzado en jugadores fundamentales [Diegui Johannesson y Sergio Maestre] y una lesión de otro futbolista clave al que acabamos de recuperar. Estamos con pinzas en un par de posiciones. A partir de ahí, nos ayuda mucho la victoria contra el Rayo, en un ambiente totalmente opuesto a lo que debería ser un play off. Y una semana después nos encontraremos con todo lo contrario: una caldera, una afición volcada, y ojalá nosotros podamos tener una representación importante de nuestra gente. Pero es así, la final se juega allí y nosotros sabemos que tendremos que estar muy por encima de nuestra mejor versión de la fase regular.

—Ese Balaídos vacío en el que jugaron es otro de los incomprensibles fallos de la nueva categoría.

—La categoría es la que es y está montada como está. Espero que no se demore en evolucionar a lo que tiene que ser: una categoría seria, cuyo nivel logístico y organizativo se asemeje al futbolístico. Un nivel en el que, hablando de nuestro grupo, había cinco o seis equipos optando al primer puesto y otros tantos con el objetivo razonable de la promoción. Las dos últimas plazas se las disputaron conjuntos como el Sabadell, el Castellón, el Atlético Baleares, el Algeciras o los filiales del Barcelona y el Real Madrid. Esos quedaron fuera. Es una exageración. En ese sentido creo que nuestra temporada ha sido espectacular y que en un momento concreto, el de dar un golpe encima de la mesa, este no se produjo y nos ha obligado a buscar el ascenso por la vía menos rápida. Hemos dado el primer paso y el sábado será a todo o nada. Los condicionantes parecen en nuestra contra, pero eso va a obligar a los nuestros a sentirse futbolistas de verdad, a rendir afrontando un ambiente similar al que yo ya viví como aficionado del Dépor recibiendo a los tiburones de la Champions League. Nuestros chicos tienen que vivirlo como una oportunidad de oro.

—Difícil encontrar un partido en el que lo anímico pese tanto.

—Exactamente. En estos partidos puedes tener muy claro cómo afrontarlo, pero lo emocional te va a permitir o impedir llevar ese plan a término. El ambiente en un día así te puede impulsar o bloquearte, provocarte un temblor que impida ejecutar bien. Necesitamos que lo externo nos refuerce, nos acerque a nuestra mejor versión. Si no somos capaces de mostrarnos, tendremos dificultades.

—Al Dépor le vale el empate tras prórroga, ¿eso condiciona en algo el encuentro?

—A nosotros nos da igual. Intentamos mirar la portería contraria, aunque luego no sea sencillo tampoco generarnos ocasiones. A partir de ahí, el partido no se va a parecer a ningún otro que hayamos jugado esta temporada, así que será cuestión de predisponer bien al equipo. En estos ambientes suelen pasar menos cosas que las que uno tiene sensación que están sucediendo. Hay, por ejemplo, pases en zonas poco trascendentes que en la percepción del jugador se magnifican debido a lo que le transmite el entorno. Tenemos que gestionarlo para no descomponernos, porque si hacemos las cosas como sabemos, el Dépor lo va a tener muy complicado.

—¿Espera al menos que puedan viajar más aficionados del Alba que a Vigo?

—Estoy muy agradecido a quienes se desplazaron a Balaídos porque cubrir la distancia entre Albacete y Vigo no es fácil. Ahora ojalá podamos contar con más gente y respondamos haciendo que vuelvan a casa contentos

—¿Pudo ver el partido del Deportivo contra el Linares?

—No puedo mentir. Lo tenía puesto de fondo mientras se jugaba, pero nosotros acabábamos de jugar a cara de perro y no pude reparar mucho en él.

—El resultado supone un empujón para su próximo rival.

—En esos escenarios, una vez que haces el primer gol la grada se encarga del segundo. Con eso tienes mucho ganado. Ahora tenemos el reto de ser visitantes, con el ambiente en contra y la increíble opción de poder crecer como futbolistas, como equipo, y ascender. Son muchas horas invertidas y ahí tenemos nuestra oportunidad. Nunca hubiera querido este partido porque el Dépor es mi club y el Albacete es mi equipo, y yo querría que ascendieran los dos. Pero vamos a ir a muerte porque la vida nos ha puesto ahí, y a Riazor vamos a ir.

—¿Le parece injusto tener que jugar en Riazor?

—Me parece fútbol. Y ya está. Entiendo este formato de play off, pero quizá se debería haber buscado una sede equidistante. Ahora bien, yo no soy de llorar, vamos a Riazor a ascender.

«Ahora un par de botas para el chaval o unas palabras vacías decantan la balanza»

El entrenador del Albacete ve su propuesta muy distinta a la de Borja Jiménez. «Creo que son muchas más las diferencias que las similitudes debido a las características de los futbolistas de uno y otro equipo. Ese factor lo determina casi todo. No es lo mismo el perfil de William que el de Rubén Martínez, aunque los dos partan de la misma posición. Sobre el papel puede parecer que por el posicionamiento inicial queremos provocar ventajas de manera similar, pero somos dos equipos completamente distintos. Además, en este partido creo que la clave estará en el factor emocional, el que mejor lo canalice para transformarlo en energía positiva tendrá mucho ganado».

—Se refería a las bajas que han marcado la temporada. Una, en el lateral derecho. Como en el Dépor, es llamativo cuánto ha afectado al equipo una ausencia en esa posición.

—Nos ha afectado muchísimo. Diegui venía acostumbrado a comportarse de una determinada manera y hemos intentado ampliar sus responsabilidades. Llegó un punto en el que se había convertido en un avión, que nos daba muchísimo. A partir de su lesión hemos tenido dificultades. También con la baja de Sergi Maestre, un chico con muchísima experiencia y liderazgo en el campo, que transmitía mucha tranquilidad al gestionar los tiempos de partido. Luego nos hemos podido rehacer, pero la dinámica cambia, porque en el lateral no es lo mismo Diegui que otro.

—Al Albacete le ha faltado gol este curso.

—Totalmente. Al final tenemos una idea y tratamos de transmitirla, pero esa idea no puede atentar contra las características de los jugadores. Hemos buscado la mejor versión de cada uno de nosotros y competimos con nuestras armas buscando el protagonismo, mandar y crear el mayor número de ocasiones, llevar el partido al campo contrario. Luego, el último cuarto de campo le pertenece al jugador y a veces estaremos más acertados y otras menos. Este año no hemos tenido mucho gol, pero a cambio hemos sido un equipo que ha concedido muy poco, muy eficaz ahí. Han sido veinte porterías a cero, un número de ascenso.

—Una solidez llamativa construida en torno a dos centrales que no habían destacado por su rigor táctico.

—Hemos intentado ordenarlos. Boyomo es un chico muy joven, con futuro interesante. Iba a compararlo con Mujaid, pero su perfil no se parece. Lo que sí es cierto es que se maneja bien desde su posición y está preparado para defender espacios amplios a su espalda. Luego, Djetei tenía muchas cosas en bruto y destacaría sus ganas de evolucionar y ser futbolista de otra categoría. Ha sufrido una transformación en cuanto a la comprensión del juego. Está más responsabilizado y con balón ha dado un par de pasos al frente

—Y como ya hizo durante la temporada pasada en A Coruña, ha cambiado de porteros a lo largo de la campaña.

—Ya lo dije allí el año pasado: para mí el puesto de portero es uno más. En las temporadas los rendimientos van fluctuando. Llegó un momento en que vi necesario cambiar y Bernabé es un cañón. Asumió su rol inicial y fue creciendo. Le ha agregado pequeñas cosas a su capacidad bajo palos para que el equipo se sienta seguro.

—El punta blanquiazul vuelve a ser Miku. El venezolano se activó con su llegada.

—A Miku lo aprecio muchísimo. Tuvo un comportamiento excepcional, quiso entrenar y se dejó entrenar. Nos ayudó muchísimo, con un final de temporada brillante. Sin el lastre de las lesiones ha podido tener regularidad y ha refrendado con números su importancia. Me alegro por él porque demostró muchísimas cosas desde que llegué. Es un jugador que te permite instalarte en campo contrario, que si llegas al área sabes que va a estar allí porque tiene la intuición para ubicarse en el espacio en el que suceden las cosas. Para un equipo que domina como el Dépor contar con un jugador como él, que decanta la balanza, es fundamental.

—Hace un par de semanas, Borja Jiménez hablaba de los cambios en los entornos del fútbol base y de cómo afectan al proyecto del Dépor. ¿Qué opina de ambos asuntos?

—La sociedad ha cambiado y el fútbol también. Eso es innegable. El niño que fui yo jugando al fútbol no tenía nada que ver con el niño que puede ser hoy. Es cuestión de adaptarse sin idealizar ninguna de las dos situaciones. Hay que asumir que es así, aunque yo no pueda entender ciertas cosas que suceden por ahí. Lo que no se puede pretender es cambiar algo que te devora, porque la vida evoluciona a alta velocidad. Se trata de educar y formar, tanto a los chicos como a sus entornos. Pero sabemos que esto funciona así, que un par de botas para el chaval o unas palabras vacías decantan la balanza hacia un lado u otro. Interviene un cúmulo de factores muy grande y muchas personas para quienes lo menos importante seguramente sea ese chico que está jugando al fútbol y pinta bien. Hablando estrictamente del Dépor, no estoy autorizado para comentar en profundidad, para poder hacerlo tendría que estar en el sitio. Hay un choque de necesidades, con un equipo de una grandísima plantilla y unos chicos que aprietan con hambre para hacerse un hueco, con presencia en categorías inferiores de la selección. Es muy fácil decir algo desde aquí, ser tribunero, pero es necesario estar ahí, trabajar con ellos y saber quién está capacitado para dar el paso ya y por quién hay que esperar media hora más. Lo importante es que el fútbol coruñés cuenta con muy buena salud y esto va de momentos, suerte y preparación. Vengo de la Real Sociedad, que parece una expendedora de churros por la cantidad de futbolistas que saca, pero detrás hay mucho trabajo y muchísima exigencia, tanto al jugador como a sus entornos. A nadie se le regala el fútbol profesional. Después, estoy convencido de que el Dépor va a estar representado por jugadores de su cantera a corto plazo. Lo sé al cien por cien porque hay buen material ahí.