Ni un rasguño del Córdoba en Riazor

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

El Deportivo consolida su estructura defensiva anulando por completo el potente ataque del líder

04 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante esos años en que los canales a disposición salvaban del desgaste a las dos últimas filas de números en el mando del televisor, una larga serie de personajes animados se alistó para dar consejos a los más pequeños. Del correcto cepillado de dientes al momento más adecuado para retirarse a la cama y apagar la luz. Todo bajo la premisa de que en cualquier referente aumenta el poder de convicción. Óscar Cano está ya en una edad en la que seres de carne y hueso han desplazado a los dibujos del imaginario y cree especialmente en aquellos que han dado forma a su estilo como entrenador.

«Era Lillo quien decía que este es el único deporte en el que puedes ganar sin tirar a puerta», compartió hace unos días en sala de prensa. Picado en la curiosidad, casi aprovecha la visita del líder para poner a prueba la teoría de su mentor.

Amagó primero con hacerlo a través del Córdoba, que no permitió ningún chut entre palos hasta el intento de Calderón. El lateral se encontró con la madera después de un fenomenal despeje en plancha que habría merecido el gol. Arruinado por centímetros el ensayo en la meta de Marín, al técnico del Deportivo le quedaba al menos tiempo de sobra para experimentar sobre el marco local.

Otros ochenta minutos de partido en los que resultaba imprescindible que un equipo capaz de marcar en todas sus visitas no provocara la intervención de Ian Mackay. Para lograrlo, el míster contaba con una defensa bajo constante sospecha, enfrentada a un ataque demoledor (a siete tantos de distancia del siguiente en la categoría). A los de casa les amparaba el refuerzo moral del 0-3 en el Fernando Torres, aunque allí habían contado con ventaja numérica y el conjunto coruñés no había sido capaz todavía de hilar dos partidos sin encajar.

Cano repitió once y los elegidos calcaron su disciplinada efectividad. Un éxito que comenzó muy cerca del área rival. A esa altura dispuso el técnico la gran novedad en su propuesta, descartado el cambio de alineación. «El míster ha decidido que en fase defensiva acompañara a Max en la presión», explicó Rubén Díez en zona mixta, corroborando la impresión visual. El centrocampista maño se adelantó para entorpecer la salida del Córdoba, dejando la medular bajo el control de Isi Gómez y de un Roberto Olabe que lleva varias jornadas al nivel que se esperaba cuando firmó.

Aunque los visitantes acumularon posesión en el arranque de cada tiempo, fue un dominio destinado a pactar tablas sin daños; nada que ver con el ejercido en sus duelos más recientes, con el Linares o el Badajoz. Tramos salvados con comodidad por el Dépor, bien protegido por fuera y fiado a una pareja de centrales que mezcló mejor que nunca. Adrián Lapeña tuvo otro día bueno y Jaime Sánchez hizo quizá su mejor encuentro en blanquiazul. Apretado por Pablo Martínez, el defensa gaditano está decidido en hacer pagar al francés su inoportuna lesión. Nada justificaría ahora mismo un relevo en ese eje de la zaga que siempre pareció abierto a la novedad.

«Nuestra última línea defensiva ha estado sensacional. No es fácil detener tanto caudal como tienen ellos», destacó el propio Jaime al acabar, incluyéndose sin dar su nombre en la felicitación.

La resistencia forzó a Germán Crespo a recurrir a Willy, máximo anotador de Primera Federación y autor de un reciente doblete en el Nuevo Vivero. El veterano ariete abandonó Riazor con los mismos registros que exhibía al llegar. Su marcador abortó la mejor ocasión de ampliarlos, entrometiendo la pierna en un disparo a un par de metros de Mackay. Último intento de chutar a puerta por parte del líder, aprovechando el arreón casi suicida del conjunto blanquiazul. «Las ganas de ganar no pueden dar oportunidades al contrario», protestó luego Cano. Pero aunque Juanma Lillo reivindique lo contrario como parte de la riqueza del fútbol, si no te dejan ni intentarlo es casi imposible marcar.